Abajo las piernas

Las piernas están para sostenernos. Los pies son la terminación de las piernas, y su forma es uno de los factores que nos mantienen estables cuando estamos parados. Todo ese sistema de extremidades, que tiene a algunos de los huesos más largos de todo el cuerpo, sirve para poder pararnos. Para que estemos levemente lejos del suelo. Sin embargo, estamos separados del suelo. Seguimos pegados a él, porque las piernas y los pies no dejan de ser parte de nosotros.
Las piernas no son imprescindibles. Los pies son más necesarios que las piernas. Por algo nos ponemos de pie, no nos ponemos de piernas. Las piernas se limitan a sostenernos. Pero para que el sistema funcione, tenemos que cuidarlas, nutrirlas. Debemos sostenerlas para que nos sostengan. Es decir que las piernas tienen un costo, que sólo se justifica si las usamos.
Podríamos pensar, entonces, que tenemos que caminar y correr mucho. Pero no es así. El resto del cuerpo también tiene un costo. El corazón, por ejemplo, debe ser mantenido. Y ése sí es imprescindible. Y mientras más corremos, más se molesta. Amortizar las piernas trae gastos colaterales en el resto del organismo, que pueden ser más grandes que la pérdida ocasionada por el poco uso de las piernas.
Puede llegar el momento en el que las piernas sean superfluas. En el que sea más conveniente deshacernos de ellas. Someternos a operaciones que nos las extirpen, nos vuelvan a colocar los pies, y quedar ETéreos. Los movimientos de traslado pueden ser trabajo para máquinas mucho más eficientes que extremidades construidas mediante mutaciones sucesivas.
Si eso ocurre, las partes básicas del cuerpo, las que permiten la supervivencia, quedarían intactas. No sólo eso: serían más eficientes. Ya no tendrían que suplir a las piernas. Entonces necesitaríamos menos alimento, y menos tiempo para distribuirlo a todo el cuerpo. Haría un aporte a la reducción de nuestra demanda energética. Reduciría, si no las huellas de verdad, nuestra huella de carbono.
Para llegar a esta situación no sólo es necesaria la tecnología médica correspondiente, sino también el consenso de la población. Si una sola persona se saca las piernas, quedaría con una gran desventaja respecto de los demás. Hace falta llegar a una masa crítica de despiernados que marquen el rumbo de la sociedad.
Está claro que es difícil. Todo cambio social siempre lo es. Pero una vez lograda esa masa crítica, los demás no tendrán alternativa que seguirlos. Toda la infraestructura va a estar pensada para gente sin piernas, y los que las tengan serán discapacitados. Gigantes deformes que deberán adaptarse, o se verán excluidos de la sociedad.