Camino de expectativa

 
La mejor manera de viajar a Brasil es en avión. Las vacaciones son para divertirse, no para pasar varios días manejando en rutas desconocidas. Además, viajar en avión permite una interacción social, algunas horas de oportunidad para conocer gente y entablar relaciones de todo tipo.
El muchacho en cuestión había elegido viajar en avión a Brasil. Aunque pensaba comprar toda clase de productos aprovechando el dólar barato, llevaba consigo varios elementos que esperaba necesitar, como los anteojos de sol. También pensaba hacer uso extensivo de los recursos marítimos brasileños. Para ayudarse en esa tarea llevaba patas de rana y snorkel.
Una vez en el avión, se sorprendió gratamente al encontrarse sentado junto a una blonda señorita con quien compartiría el viaje. Entabló con ella una conversación con intenciones de continuarla más allá del viaje. Durante el transcurso de la charla, su confianza iba en aumento.
Tomó nota de que nadie se acercaba a preguntarle qué hacía con ella. Esto le hizo suponer que la posibilidad de formar pareja eran realistas, y no constituirían una razón de vergüenza para la mujer anónima en cuestión.
De inmediato se imaginó un futuro. No años de felicidad, sino que se formó una expectativa de corto plazo, de compartir con ella las cortas vacaciones y, por qué no, compartir momentos íntimos en medio del calor de Brasil. Se la imaginó entonces sobre la arena de la playa, como una gaviota, y esta imagen se le hizo natural.
También tuvo ganas de contar a sus amigos la experiencia al regreso. Para lograrlo, tenía que conseguir esa experiencia. Iba a quedar como un ganador ante su grupo, y esto le traería consecuencias muy positivas para su vida social  y para la confianza en sí mismo.
Sin embargo, la señorita rubia no compartía la misma idea. Se dejó entretener en el avión, porque no había nada que hacer durante el viaje, pero al llegar a Brasil no quiso saber nada con el festejante. Se ignoran las razones de esta actitud, aunque la hipótesis más firme es que la conversación reveló la ansiedad del muchacho, y su mayor interés por el cuerpo de la rubia que por ella. Hay quienes indican, sin embargo, que ella tenía interés en él, pero fue neutralizado por la revelación de las patas de rana y el snorkel, que lo dejaron mal parado.
Como sea, el muchacho tuvo que abandonar el proyecto, y el viaje se le oscureció un poco. Cuando volvió, eligió no mentir a sus amigos, y aceptó dignamente la derrota, esperanzado en que en otra oportunidad se le podría dar.