Canillas hermanas

Existen en distintos puntos de Buenos Aires canillas unidas. No tienen por qué estar en el mismo edificio, ni siquiera en el mismo barrio. Pero, por más lejanas que sean, tienen una conexión que las relaciona en forma indeleble.
Sólo pueden deducir la condición quienes estén familiarizados con ambas, algo poco probable. Cuando una está abierta, la otra también quiere estarlo. Cuando ambas están cerradas ninguna hace ningún esfuerzo por abrirse. Pero si se abre una y no ocurre lo mismo con la otra, empiezan los problemas.
La relación se nota principalmente cuando una se rompe, porque la otra también deja de funcionar. A veces se arregla sola, y es porque compusieron a la hermana. Muchos plomeros tienen una base de datos de correlaciones y saben qué llamados esperar cuando alguien les pide que arregle una canilla en particular.
Cuando una sola está abierta, la otra gotea. Mientras más tiempo se mantenga la situación, más agua se desperdicia. No vale la pena cambiar el cuerito. A veces parece que eso lo soluciona, pero en realidad lo que pasa es que cerraron la otra.
La que está abierta experimenta como hipos en el chorro de agua mientras la otra se mantenga cerrada. Esto se atribuye muchas veces a defectos en la plomería, pero no es más que un síntoma de canillas separadas al nacer.
Pero cuando coincide que se abren las dos al mismo tiempo, el agua sale mucho más cómoda. Se experimenta un chorro saludable, placentero, que da ganas de mantener la canilla abierta para siempre.