Casa empanada

Tenía ganas de hacer pan. En realidad, tenía ganas de comer pan recién hecho. Por eso programé la máquina Moulinex para que amasara y horneara el pan mientras yo dormía. Esta máquina es muy práctica. No sólo me permite comer pan caliente, sino que me estimula a levantarme temprano para comerlo antes que se enfríe.
Lo único que hay que hacer es poner los ingredientes y setear la hora a la que quiero que el pan esté listo. Entonces puse harina, levadura, un poco de manteca, agua, leche y algunas semillas de lino. Después apreté el botón y me fui a dormir.
Me despertó el olor del pan. Parecía que estaba muy cerca. Y la máquina es muy útil, pero no es capaz de traerme el desayuno a la cama. Sin embargo, sentí el olor muy cercano. Y cuando abrí los ojos me encontré con un enorme pedazo de pan que ocupaba todo el pasillo entre la cocina y la puerta de mi dormitorio, y crecía constantemente.
En ese momento me di cuenta de que había puesto harina leudante junto con la levadura. Entonces el pan estaba levando de más. Claramente la máquina no había sido capaz de contenerlo, y ahora estaba ocupando cada vez más espacio en mi casa.
Entonces tuve que usar la única arma que tenía disponible. Me abalancé sobre el pan y lo empecé a comer como si yo fuera un Pacman. Tracé un túnel hasta la cocina, y a fuerza de mordiscones hice suficiente espacio para abrir la heladera. Tomé un vaso de leche y me dispuse a seguir liberando mi hogar.