Cazar berenjenas

Ser vegetariano no implica no amar la cacería deportiva. Sin embargo, durante mucho tiempo los vegetarianos tuvieron que abandonar esa práctica, porque estaba reñida con la convicción de que era malo matar animales. Y si no estaban dispuestos a matarlos por alimento, no iban a matarlos por deporte. Entonces ese ejercicio fue monopolizado por hombres y mujeres con poca compasión por los animales, dispuestos a asesinarlos sólo para obtener una diversión sádica.
Hasta que apareció en escena una empresa, especializada en ingeniería genética. Siempre estuvo en busca de nuevas aplicaciones para los productos de la naturaleza. Se trata de un emprendimiento de los mismos creadores de las peras de olmo, ahora más enfocados en obtener resultados prácticos y visibles.
El primer proyecto se trata de una cruza de berenjenas con genes de liebre. No se dañó a ninguna liebre en la investigación, sólo se copiaron sus genes para poder integrarlos a los vegetales. El resultado es un campo en el que las berenjenas que se plantan, cuando llegan a cierta edad de maduración, cortan sus raíces y usan los tallos para correr como las liebres.
Los ingenieros se aseguraron de que esto ocurriera en el período de mayor suculencia, y programaron todo para que coincidiera con la primavera. Entonces, cuando llegan los primeros calores, se abre al público el campo de caza de berenjenas. Los visitantes pagan una entrada y pueden estar todo el día cazando. El precio de la entrada financia las investigaciones.
Resulta un gran ejercicio. Gracias a los genes de liebre, las berenjenas son muy escurridizas. No es fácil cazarlas. Lograrlo requiere esfuerzo, paciencia y concentración. Igual que la cacería de cualquier animal.
Pero no se trata de un animal, sino de una planta. Por eso, cuando se logra el objetivo, se puede volver de la cacería con la satisfacción del trabajo bien hecho y disfrutar, como resultado, de una sabrosísima comida vegetariana.