Censura y el viento

El gobierno emitió un decreto que prohibía la reproducción y radiodifusión del tema “Tiritando”, del cantante Donald. Entre las razones esgrimidas para hacerlo figuraban la necesidad de proteger a la sociedad de la sobreexposición habitual a este tema que ocurría cada verano, y también dejar espacio para la expresión de otros compositores. Era una medida, según decía el gobierno, que promovía la amplitud y diversidad.
Grandes sectores de la sociedad se indignaron ante la noticia. Los noticieros, aprovechando que el decreto daba un margen de diez días antes de poner en efecto la prohibición, aprovecharon para ilustrar el hecho con el tema. Entonces se oyó por todos los canales la estrofa inicial:
Las olas y el viento, sucundún sucundún
el frío del mar (shala lala lala)
el frío de tu alma (shala lala lala)
me hace tiritar.
En los medios que tenían como objetivo difundir ideas y pensamientos afines al gobierno, se decidió adelantar la prohibición y no emitir el tema. Los diferentes periodistas y opinadores se las vieron en figurillas para justificar la medida. Se limitaron a repetir los argumentos del decreto y ridiculizar las opiniones contrarias. Pero trataron de evitar el asunto lo más posible.
La sociedad, sin embargo, sintió solidaridad con el autor del tema y con sí misma. Como una medida espontánea de rebelión popular, mucha gente que nunca escuchaba el tema compró el disco y empezó a pasarlo en público una y otra vez, desafiando la autoridad gubernamental. Ante la actitud social, muchos medios independientes decidieron arriesgarse a sanciones y difundir la canción. Sonaba todo el día por radio y televisión. Los diarios imprimían la letra.
Algunos medios trataron de encontrar al autor de la canción, Donald, para preguntarle qué sentía ante lo que estaba pasando. Pero Donald estaba en un geriátrico, sordo, y dedicaba sus días a mirar las manchas de humedad en el techo. Nunca se enteró de lo que estaba pasando con su canción, ni de que se había convertido en un símbolo de las luchas de las sociedades por sus derechos.
Cada audición de “Tiritando” era una tirada de orejas al gobierno, un recordatorio de que la sociedad era soberana y no aceptaba prohibiciones arbitrarias. Una incitación a cuestionar no sólo ésa, sino otras medidas que el gobierno había tomado con anterioridad y pensaba tomar. De repente, la sociedad decidió que el gobierno no era confiable.
En las altas esferas gubernamentales decidieron que la situación requería un cambio de rumbo. Entonces lo tomaron sin dilación. Decidieron no sólo anular el decreto, sino mostrar su compromiso con la libertad de expresión. Para eso, y para mostrar que no había rencores, una ambulancia del Poder Ejecutivo fue a buscar a Donald a su geriátrico, y lo llevó directamente al salón de actos de la Casa de Gobierno, donde recibió una condecoración presidencial por su incansable lucha contra la censura.