Cuando me leen el pensamiento

Es una situación muy incómoda saber que estoy en presencia de alguien que puede leerme el pensamiento. Sobre todo porque puedo controlar lo que digo, pero no tanto lo que pienso.
No es que tenga una mente degenerada. En general no estoy pensando cosas que le vayan a caer mal a mi interlocutor, aunque pueda no estar pensando exactamente en lo que me dice. Pero, cuando sé que me están leyendo el pensamiento, me pongo nervioso y pienso cualquier cosa.
Es parecido a cuando los médicos me piden que me quede quieto. Por ahí si no me lo pedían no me movía, pero es tanta la responsabilidad de no moverme que los nervios hacen que lo haga.
De la misma manera, cuando sé que me pueden estar leyendo el pensamiento, es una responsabilidad no pensar cosas ofensivas, por más que de todos modos no sean mi opinión. Y como concentrarse en no pensar algo implica pensarlo, la persona que me está leyendo el pensamiento se lleva una impresión totalmente errada sobre mí.
Entonces pasan por mi cabeza toda clase de ideas vergonzantes sobre la persona que es capaz de leerme el pensamiento, que van desde las más bajas cuestiones íntimas hasta opiniones sobre el posible olor que puede tener, sin olvidar que, ante cada cosa que pienso, me pregunto para mis adentros si la persona en cuestión sabrá que lo estoy pensando. Incluso me lo pregunto cuando estoy pensando eso último.
No es que yo quiera esconder lo que realmente pienso. Es todo lo contrario: tengo la valentía de pensar determinadas cosas en la cara de la gente. Pero, al poder enterarse del proceso de pensamiento, puede ocurrir que la gente que lee lo que pienso interprete que cosas que se me cruzan por la cabeza y descarto son las cosas que realmente pienso. Y eso me hace quedar mal.
Por ese motivo, prefiero mantenerme en círculos científicos y escépticos, donde la gente no cree que es posible leer el pensamiento, y a nadie se le ocurriría decir que lo hace. De esta forma puedo relajarme y, liberado de la responsabilidad de responder ante mis pensamientos, pensar tranquilo. Y los que sean capaces de leerme el pensamiento no van a tener un mal concepto de mí.