Demanda del público

A pesar de que cuando anunciamos que la siguiente era nuestra última canción hubo protestas, cuando la terminamos el público no pidió bis. Nos figuramos que era porque todos sabían que en realidad el bis es parte del programa, y siempre los hacemos. Por lo que hubo aplausos cuando volvimos al escenario, pero no sorpresa.
Tocamos un par de temas y nuevamente saludamos. Era la despedida definitiva. Pero el público no estaba conforme, quería que el recital continuara. “Una más, y no jodemos más” gritaba el público.
Los pedidos tan efusivos nos persuadieron de hacer otro tema. Nuestro segundo regreso al escenario fue más festejado que el primero, porque confirmaba un triunfo de la demanda popular.
Hicimos el tema, uno de nuestra primera época que todavía nos sabemos pero no solemos hacer más en vivo, y cuando terminamos volvimos a saludar para irnos. Pero el público seguía exigiendo más. “Una más, y no jodemos más” gritaba otra vez el público.
Nuestro cantante se acercó al micrófono, generando expectativa. Sin embargo, lo que quería era protestar. “Ya habían dicho lo mismo antes, hicimos una más, ¿dónde está su parte del trato?”
El público no hacía caso. “Una más, y no jodemos más” seguía gritando. Pero ya no teníamos más temas ensayados. Habíamos dado todo en el recital más los bises. Entonces saludamos nuevamente, ignoramos los pedidos del público y nos fuimos. Se apagaron las luces del escenario y se encendieron las de la sala, para no dejar dudas de que el adiós esta vez era final.
Luego de esperar un tiempo prudencial por si queríamos sorprenderlos con un tercer bis, el público captó la idea y se retiró de la sala lentamente, entre protestas. Se sentían traicionados por nuestra falta de voluntad de obedecerlos. El hecho arruinó la percepción de un recital que habíamos disfrutado todos.
Es una lástima, pero está claro que con el público entusiasmado no se puede razonar.