Desorientado

¿Dónde estoy? Está oscuro. Estoy solo. Estoy perdido. Tengo miedo. Oigo ruidos. Quiero irme. Salir corriendo. No puedo. No veo. Sólo escucho. Oigo voces. ¿Hay gente? Sí, hay. Son dos. ¿Serán buenos? ¿Habrá otros? ¿Me salvarán? Busco contactarlos. Me oyen. Se sorprenden. Me contestan. No entiendo. Hablan raro. Son extranjeros. O extraterrestres. Quién sabe. Me acerco. Me juego. Les hablo. Pido ayuda. No responden. Pasa tiempo. Son tímidos. Hablo nuevamente. Hago gestos. No entienden. Me miran. Me estudian. Me tocan. Son fríos. Me sueltan. Se sonríen. Se van.
Arranco mi caminata. Busco la salida. Si la hay. Elijo una dirección. Son todas iguales. Agarro para allá. Pasa un rato. No ocurre nada. Sigo mi camino. Es muy aburrido. Sigo con miedo. Estoy algo apurado. También estoy intrigado. No entiendo nada. ¿Qué estará pasando? ¿Será un sueño? Trato de pellizcarme. No lo logro. Intento otra vez. Ahora sí puedo. No me avivo. Sigo sin saber. Ya me enteraré. Alguna vez despertaré.
Empiezo a tener hambre. Esto sigue siendo misterioso. No hay ninguna señal. No veo a nadie. Esto es un desierto. Un desierto particularmente oscuro. También me agarra sed. ¿Dónde podré conseguir agua? Tal vez haya algo. Continúo el camino iniciado. Es difícil ubicarme acá. Puedo sentir mis huellas. Eso me permite orientarme. Saber para dónde voy.
¿Cuándo se acabará esta pesadilla? Mi hambre sigue estando presente. Incluso se fortalece cada vez. Me gustaría poder ver algo. Pero sigue estando muy oscuro. ¿Cómo es que llegué acá? ¿Quién demonios me pudo traer? ¿Habré fallecido sin darme cuenta? ¿Estaré en el más allá? Se supone que es blanco. Pero no se puede confiar. Son chismes sin mucha credibilidad. No se pueden verificar científicamente. Podría ser el más allá. Tal vez sea el infierno. Pero no, acá hace frío.
Basta de especular así. Me conviene no pensar. No hacerme la cabeza. ¿No habrá más gente? No hay ningún signo. Aquellas personas no aparecen. Tal vez fueron espejismos. Eso es muy posible. Yo las pude ver. Pero está muy oscuro. No se ve nada. Por eso no contestaban. Era que no existían. Pero sí me tocaron. Tal vez lo imaginé. ¿Me estaré volviendo loco? ¿Qué será de mí?
No sé nada. ¿Qué me pasa? Estoy muy nervioso. Tengo que calmarme. Ya podré salir. Esto se terminará. Es una etapa. Hay que pasarla. Tomarla con humor. Reírme un poco. Ja ja ja. No, no funciona. Sigo estando igual. ¿Habrá una salida? ¿Busco en vano? ¿Me moriré acá? No quiero eso. Tengo que perseverar. Cambio la dirección. Busco tener suerte. Quiero una explicación. Quiero ver algo.
Pasan horas. Sigo caminando. No termino. Nada cambia. Mucha oscuridad. Tengo hambre. Tengo sed. Estoy cansado. Me duermo. Me despierto. Camino más. Hago ruido. Bato palmas. Chasqueo dedos. Escucho eco. Hay límite. Lo busco. Pruebo nuevamente. Otro eco. Me acerco. Voy corriendo. Corro muchísimo. Sigo probando. Más eco. Estoy cerca. Sigo corriendo. Repentinamente choco. Una pared. ¡Una pared! ¡Hay algo! Me apoyo. Descanso algo. La abrazo. Siento algo. Algo escrito. Es Braille. Puedo leerlo. ¿Qué dice? Una palabra. Sólo una. La clave. Explicará todo.
“Rosebud”.