Despedidas y regresos

El anuncio de tu muerte llevó dolor a todo el país. Millones te lloraron. Muchos no podían entender cómo una persona de tu juventud y tu talento había podido dejar de existir tan fácilmente. Fue un hecho que marcó a nuestra generación. En tu funeral hubo miles de personas, que acompañaron el cortejo para darte el último adiós.
En tu segundo funeral hubo menos gente. La noticia de que habías fingido tu muerte había sido tomado con escepticismo. De ese modo, cuando se anunció que habías muerto, muchos no lo creyeron. Algunos asistieron al funeral para comprobar que habías muerto. Otros, acongojados por volver a perderte, fueron a darte el último adiós por segunda vez.
Tal vez haya habido menos sorpresa que la que vos esperabas cuando se volvió a anunciar que no estabas muerto. A pesar de que todo había sido una confusión, hubo gente que se ensañó contra vos por jugar con sus sentimientos. Sin embargo, a tu tercer funeral asistió más gente que al segundo. Seguramente pensaban que esa vez era la definitiva. Había gente que estaba arrepentida de no haber ido a tu segundo funeral, porque no sabía si era el verdadero o no. Por eso, en el tercero estaban encantados de tener una nueva oportunidad de despedirte.
El amor que tanta gente sentía por vos hizo que se respirara alivio en la población cuando apareciste vivo. Pero ese alivio no duró mucho. Sólo hasta que nuevamente se conoció la noticia de que habías muerto. El funeral fue multitudinario, aunque tuvo un aire de rutina que lo hizo algo desagradable.
Tal vez por eso volviste tan rápido y prometiste que no ibas a volver a fingir tu muerte. No querías que se convirtiera en un suceso regular. Y seguramente por eso tus apariciones públicas posteriores fueron tan exitosas. La gente estaba muy contenta de que estuvieras con ellos después de cuatro oportunidades en las que se te creía fallecido. Tu promesa de no volver a fingir tu muerte es probable que haya causado el dolor que se vio en tu quinto funeral. Se vio la mejor asistencia desde el primero, y los que fueron pensaban que era el último.
Es probable que por esa razón haya habido tanto enojo cuando anunciaste otra vez que estabas vivo. Por eso nadie se alivió, todos supieron que habían sido engañados nuevamente. La gente se empezó a cansar. Querían que se terminara todo y estaban dispuestos a dedicarte la más absoluta indiferencia.
Salvo algunos, que tenían la intención de forzar el desenlace para que se terminara de una vez toda esta jarana. Seguramente, ésa fue la causa de tu asesinato. Tu muerte se comunicó a la sociedad, sin que causara alboroto. Ya todo el mundo estaba acostumbrado a ella.