El agua que somos

Somos casi enteramente agua. Pero no siempre la misma. Tenemos que reponerla, porque la que tenemos (la que somos) se nos va. Nuestra esencia se escapa por nuestros poros, se evapora, o la descartamos junto a otras sustancias que ya no nos sirven.
No somos más que un eslabón. El agua que somos, después será otras personas. Porque en el fondo, todos somos lo mismo. Nos une nuestro cuerpo, nuestra química, y el hecho de que todos tenemos que reponernos.
Pero algo nos inquieta. No estamos contentos con ser agua. Queremos ser algo más. No abandonamos nuestra esencia, pero aspiramos a darle color, porque no queremos ser exactamente lo mismo que los otros que también son agua. Queremos una cierta individualidad. Entonces, en vez de agua, nuestro cuerpo se alimenta de Coca-Cola.
La Coca-Cola es prácticamente toda agua, como nosotros. Estamos hechos de lo mismo. Somos muy similares, por eso nos llevamos tan bien. Las personas quieren ser agua dulce y gasificada, para que la Coca-Cola le dé a la esencia de nuestro cuerpo la misma frescura y efervescencia que le da al agua.
Así, nuestra vida es más excitante que si nos limitáramos a reponer nuestros químicos perdidos. Elegimos hacerlo con estilo. Con sabor.