El hombre al que no le pasaba nada

Había una vez un hombre al que no le pasaba nada. No evitaba que le pasaran las cosas, simplemente no le ocurrían. A él no le gustaba eso, y trataba de hacer que le pasara algo. Pero por más que intentaba, nunca le pasaba nada.
A sus amigos sí les pasaban cosas, y él veía por televisión todos los días a gente a la que le pasaba algo, o parecía que le pasaba algo, lo cual ya es pasarle algo. Pero a él no le pasaba nada.
Él preguntaba a sus amigos qué hacían para que les pasaran cosas, pero ninguno le sabía decir muy bien. En general ninguno hacía nada, las cosas sólo les pasaban. Pero a él no, y la situación lo tenía frustrado. Era como si el universo se hubiera olvidado de él. Pero ni siquiera le pasaba eso.
Este hombre deseaba fervientemente que le pasara algo. Llegó un momento en el que ya no quería que le pasara algo bueno. Con algo malo se conformaba, con la condición de seguir viviendo al menos unos minutos para disfrutar del cumplimiento de su sueño. Pero no le ocurría nada bueno ni nada malo. Su vida transitaba el camino de la indiferencia.
Un día casi le pasó algo. El hombre se ilusionó porque nunca había estado tan cerca de que le pasara algo. Pero por muy poco no le pasó. Había sido una falsa alarma.
Y así está todavía aquel hombre. Aún espera fervientemente que le pase algo. Tal vez algún día se le dé.