Gaseosa sin gas

El detective Parsons, de Scotland Yard, pidió una hamburguesa con gaseosa. Le entregaron una bandeja con lo solicitado. El sándwich venía envuelto en un papel, mientras que la bebida venía en un vaso de cartón con sorbete. El vaso había sido llenado desde una máquina ante su vista.
Comió un par de bocados de la hamburguesa y, más que nada para evitar que se terminara muy rápido, decidió beber un sorbo de gaseosa. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que la bebida no tenía gas.
Parsons, entonces, volvió al mostrador y pidió que la reemplazaran. Luego de una pequeña discusión logró que accedieran a su exigencia. El detective se cercioró de ver el gas antes de que el vaso fuera cubierto. Volvió conforme a su asiento, donde pudo comprobar que nadie había robado ninguna de sus pertenencias, ni probado su hamburguesa.
Sin embargo, cuando quiso beber el primer sorbo del vaso, se encontró con que otra vez no tenía gas. Parsons pensó que podía tratarse de una bebida de baja calidad, dado que no estaba en un establecimiento de prestigio. Pero descartó la hipótesis por considerarla absurda.
Quiso entonces ver nuevamente las burbujas del gas. Levantó la tapa del vaso y vio que estaban allí. Bebió un sorbo y pudo disfrutar el sabor de las burbujas.
Parsons terminó de comer y, antes de irse, se acercó hasta donde se encontraba el cupón de sugerencias del restaurante. Tomó uno de los cupones, con la lapicera de la que nunca se separaba, anotó “es preciso cambiar los sorbetes por unos más anchos que las burbujas del gas”.
Luego, satisfecho por haber resuelto un misterio más, Parsons volvió a su trabajo.