La conversación

Estábamos conversando. Mejor dicho, yo estaba ahí, pero ellos estaban conversando. Yo seguía la conversación. Iban saltando de un tema a otro. Primero hablaron de cómo hizo cada uno para llegar. Se intercambiaron consejos para llegar más rápido. Después pasaron al clima, porque justo ese día se había dado un fenómeno climático que algunos habían visto en el camino. Otros lo habían visto en el noticiero, y eso provocó que la charla pasara a ser sobre otra cosa que habían visto en el noticiero: las novedades sobre un hecho policial del que se venía hablando hacía tiempo, y justo esa semana se había producido un acontecimiento decisivo. En eso, uno de los que estaban ahí comentó que se había visto envuelto en otro hecho policial, de envergadura menor. Contó cómo consiguió que no pasara a mayores. Rápidamente todos intercambiaron relatos de las últimas veces que sufrieron robos, vieron el riesgo de ser asesinados o vieron cómo a algún tercero le pasaba lo mismo.
En el medio de lo que se decía, volaban chistes, que eran recibidos con distintos grados de risa. Cuando terminaron las anécdotas policiales, alguien asoció la palabra “ladrón” con un futbolista en particular, que había protagonizado una jugada curiosa en un partido jugado pocos días atrás. La charla viró hacia lo acontecido en ese partido y en los otros que se habían jugado en esos días. Pronto la perspectiva se concentró en los que se jugarían en las jornadas siguientes. Se produjo un intercambio de opiniones firmes sobre lo que pasaría. Algunos de los participantes tenían razón, y en pocos días se sabría quiénes. Las mujeres participaban de esta parte de la conversación, aunque su parecer no era tenido en cuenta como especialmente válido por los hombres.
Pronto las mujeres llevaron la conversación hacia temas de farándula. El puente fue una modelo que estaba saliendo con un futbolista, que justo esa semana había protagonizado una pelea pública con otra modelo, de la que se había hablado bastante en la televisión, en los momentos en los que no se hablaba del hecho policial. Todos estaban al tanto de lo que había ocurrido, pero no duró mucho ese segmento. En su lugar, pasó a hablarse de un comercial que protagonizaba la otra modelo, la que se había peleado con la novia del futbolista.
Comenzó en ese momento el segmento de comerciales, que duró unos cuantos minutos, muchos más que un corte comercial típico. Comentaron los avisos que más les habían llamado la atención en los últimos meses. Pero algunos no los habían visto todos, entonces los que los habían visto se los contaron y explicaron que, en realidad, era mejor verlos que escucharlos contados. Luego alguien cantó un pedazo de un jingle de algunas décadas atrás, pero equivocó la marca que promovía. Se produjo entonces una polémica. Algunos decían que era de una marca de detergente, otros que eran de su competencia. Unos pocos pensaban que se trataba de un yogur. Es posible que alguno tuviera razón, aunque la cuestión no se llegó a aclarar porque alguien se acordó de una película que había visto el fin de semana anterior, y preguntó si alguien más la había visto. Los dos que compartían la experiencia empezaron a comentar el film, y a recomendar a los demás que fueran. Entonces los otros, que no habían visto esa película pero habían visto otras, mencionaron cuáles habían visto, y también adónde habían comido después, y el precio del estacionamiento. Esto derivó en una charla sobre los precios en general, que desembocó en comentarios de la actualidad política. En ese momento la conversación adoptó un tono más fuerte. Se produjo un debate caluroso, en el que dos bandos rápidamente diferenciados se acusaban mutuamente de no entender cómo funciona el mundo. Encontraron un poco más de consenso cuando se pasó a la actualidad internacional, ámbito en el que justo esa semana se había producido un conflicto entre dos países, que amenazaba con escalarse. Todos acordaron que era preciso asegurarse de que hubiera paz, aunque no a cualquier precio, pero no hubo acuerdo sobre qué precio era aceptable. En ese momento uno de los participantes me vio, notó que hacía mucho que no hablaba y me preguntó mi opinión.
Le dije que no sabía. Yo era sólo el narrador.