Lanzamiento

Luis entró en el balcón. Apoyó sus brazos sobre la baranda para asomarse. Miró hacia abajo. Vio los techos de los autos, empequeñecidos por la distancia. A los costados, vio varios edificios cercanos al que él ocupaba. A lo lejos, vio otros edificios y una porción del horizonte. Mientras miraba a su alrededor, sintió el viento de la altura sobre su cara.
En el suelo se notaba que caminaba gente, pero se podían distinguir muy pocos detalles sobre cada individuo que transitaba la vereda. Luis vio también la parte superior de las copas de los árboles. Le hicieron acordar a la apariencia de las nubes vistas desde un avión.
Se le cruzó por la cabeza la idea de saltar. Vio que nada se lo impedía, y pensó en lo que le podía ocurrir a sus seres queridos en caso de que lo hiciese. Calculó el tiempo que tardaría en llegar a la vereda, y pensó que era posible planear la trayectoria para que la llegada se produjera cuando no pasaba nadie por ahí. O cuando pasara alguien en particular.
Pero la tentación más grande no era la de saltar al vacío, sino la de escupir. La idea le gustó. Razonó que no estaba tan alto como para que su saliva hiciera daño a nadie. Pensó que era poco probable que diera en alguna persona, y que si llegaba a ocurrir podía esconderse rápidamente, sin ser visto por su víctima.
Entonces Luis tomó la decisión de escupir. Quiso hacerlo con firmeza. Algunas veces había escupido sin convicción y la saliva había quedado colgando de su boca, y manchado su ropa. No quería que esta vez ocurriera lo mismo. Por eso juntó saliva y tomó carrera, para lanzar con la mayor distancia posible.
Pero se ve que tomó demasiada carrera, porque no sólo escupió sino que el impulso hizo que Luis cayera al vacío. Una persona que caminaba por la vereda lo vio y quiso ayudarlo, pero se desorientó cuando le cayó la escupida. Luis, de todos modos, se salvó porque cayó sobre la copa de un árbol. Sin embargo, quedó muy claro que el autor del escupitajo había sido él. De modo que, cuando la policía lo rescató, inmediatamente fue detenido por violar la ordenanza municipal del 21 de abril de 1902, “prohibido escupir en el suelo”.