Los que apocopan

Nunca apocopo, ni apocoparé. Apocopar es poco feliz. Aquellos que apocopan no paran de apocopar. Usan apócopes para todo. Viven incompletos. Tienen miedo a lo terminado. Entonces se quedan. Apocopan todo.
Son pocos los que no apocopan. Pocos apócopes quedan sin usar. La gente los mira. “¿Por qué no apocopan?” se preguntan. Pero se lo preguntan poco. No lo saben. Se lo preguntan sólo internamente. La pregunta no sale a la superficie. Queda apocopada en su cuerpo, tal la costumbre que tienen de apocopar.
Culturas enteras son apocopadas antes de lograr su máxima expresión. De tanto apocopar, se apocopan a sí mismas. Quedan entonces apocopadas, apocalípticas. Sólo se sugieren, pero quedan truncas, en apócope, sin que terminen de concretar su potencial.