Onda amarilla

Seguir la onda amarilla es lo más parecido a hacer windsurf en auto. Se trata de regular la velocidad en forma muy precisa, de modo de atravesar cada cruce cuando el semáforo está en amarillo. De día es prácticamente imposible. Quienes practican esta actividad se pueden ver sobre todo de noche.
Lo más difícil es enganchar el primer amarillo. Las reglas del tránsito se aplican igual, no se puede andar a mayor velocidad que la máxima, ni a menor que la mínima. Los semáforos en rojo se deben respetar. Hay que llegar a la esquina cuando el semáforo se está poniendo amarillo, y ahí enganchar la velocidad crucero.
El método sólo funciona en las avenidas con onda verde, que en general son las que tienen mano única. Esto es útil, porque puede ser necesario esquivar autos para poder mantener la velocidad. Son muchos los factores a tener en cuenta: tráfico, peatones, calidad de la sincronía de los semáforos, duración del amarillo, etc.
La onda amarilla no es una carrera. Se puede competir con otro para ver cuántas cuadras logra hacer cada uno, pero la satisfacción es romper el récord individual. Lograr marcas destacadas requiere gran nivel de destreza y conocimiento actualizado de los pormenores de las calles involucradas en los circuitos de onda amarilla. Pequeños cambios en la sincronía de los semáforos pueden arruinar una estrategia que antes se había probado efectiva.
El mayor logro del virtuoso de la onda amarilla es no sólo hacer todo el recorrido pasando en amarillo, sino hacerlo sin recibir multa alguna.