Paren de aplaudirme

Está bien. Los entiendo. Ustedes me ven moverme sin una pierna, y les parece meritorio. Capaz que tiene mérito y todo. Pero para mí es algo de todos los días. No lo hago para inspirarlos, lo hago para andar por la vida.
No tienen que ponerme de ejemplo, como si fuera la única persona en el mundo que logra esto. Déjenme de joder. Estoy seguro de que ustedes, llegado el caso, también podrían caminar. Es cuestión de práctica. Al principio puteaba, creía que nunca iba a lograr dar un paso. Pero después me acostumbré. Y ahora no me cuesta, o no me doy cuenta que me cuesta. No es un acto heroico caminar con una pierna. Es mi forma de caminar.
Ya es instintivo. Es como andar en bicicleta. La diferencia es que no dejo de hacerlo para después acordarme. Lo hago todos los días, sin pensar, incluso sin darme cuenta. No hace falta que me señalen, que me muestren a sus hijos.
No quiero ser un ejemplo. La idea no es ser un modelo de resistencia a la adversidad, sino manejarme, hacer mi vida. Déjenme hacerla en paz. No me cedan los asientos, no me manden al principio de la cola. No me lo merezco sólo por no tener una pierna, ni por vivir igual. ¿Qué quieren, que me quede en una cama?
En todo caso los que se quedan en una cama son los malos ejemplos, los que no hay que seguir. Pero nosotros, los que salimos, somos muchos, y hacemos lo mismo que ustedes. La gente que se pone anteojos no recibe privilegios por sobrellevar su discapacidad visual. ¿Por qué no hacen lo mismo con los que usamos muletas?
Déjenme destacarme por mi mérito.