Platea tectónica

Se producen movimientos imperceptibles en la sala. Los espectadores, concentrados en el espectáculo, no se dan cuenta, pero sus sillas se mueven. No están clavadas en el continente, tienen autonomía para llevar de un lado a otro a sus ocupantes.
Los leves acercamientos hacen que, cada tanto, se empujen unas a otras. Cuando están demasiado cerca, se producen roces. Los ocupantes de las sillas se piden disculpas mutuamente. Para ellos, después de leves ajustes, la vida continúa.
Mientras tanto, por abajo, los procesos continúan. Después de un tiempo, las sillas quedan en un lugar muy distinto. A veces los espectadores se dan cuenta de que no están viendo el espectáculo desde el lugar que pagaron, y piden que se les devuelva el dinero. Pero no lo consiguen, porque pagaron por un asiento numerado, no por un lugar, y el asiento sigue siendo el mismo.
Pero lo peor que pasa es cuando la división de los dos grandes sectores se achica. Hay quienes afirman que, antes, toda la platea estaba junta, y es producto del movimiento de las sillas que haya sectores separados. A veces esos sectores sienten nostalgia de aquellos tiempos, y se acercan peligrosamente. Cuando la obra es muy atrapante, los ocupantes de las sillas no se dan cuenta, y los continentes chocan, generándose una sorpresa en los espectadores, que en general lo atribuyen a la emoción que causa la obra en toda la platea.