Ratas de universidad

Día y noche, los pasillos de las universidades públicas son recorridos por las ratas más cultas del mundo. Viven toda su vida en el ambiente académico, sin imaginarse que existen otras ratas, iguales a ellas pero sólo con el aprendizaje que da la calle. Las ratas universitarias, en cambio, se dedican a absorber la cultura que está a su alrededor.
Crecen en el mejor ambiente posible. Un lugar donde el saber y la basura circulan con la misma libertad. Donde la mugre primordial da paso a la iluminación. Un lugar donde las ratas se pueden juntar, mezclar, conocer. Descubrir, y descubrirse.
Asisten a las clases a través de pequeños huecos en las paredes. No temen ser vistas. Saben que la universidad pública nunca las excluirá, a pesar de los esfuerzos de algunos sectores para erradicarlas. Los días que no hay clases, pueden pasear libremente por las bibliotecas y devorar los libros que reúnen el saber.
Lamentan los feriados, cuando la universidad queda desierta. Prefieren el movimiento, el vértigo que las mantiene ocupadas. Sus vidas son cortas. No tienen tanto tiempo para perder. En esos días hay menos comida, se acumulan menos residuos para hurgar en los recreos. Entonces muchas ratas aprovechan para salir de la universidad a recorrer el mundo. En general se encuentran con que el conocimiento obtenido no les sirve para sobrellevar la vida afuera. Pero les queda el instinto de ratas, que permite que la mayoría vuelva a tiempo para la reanudación de las clases.
No tienen temores. Las ratas saben que están seguras en el edificio. Siempre hay muchas más ratas que humanos. Nunca las podrán eliminar aunque quisieran.
Ni siquiera tienen miedo a los días de desratización. Están preparadas para esa contingencia. Se tienen que esconder mejor que habitualmente. Y como esos días suelen ser a continuación de feriados largos, suele haber más espacio para las que se quedan.
Han sabido hacerse su espacio. Saben que la clave está en la perseverancia, en pasar desapercibidas. Circular, mezclarse entre la gente sin que su presencia se note. Hacer su vida sin dejarse contaminar por las otras alimañas que también pueblan la universidad.
Las ratas mayores son las que más tiempo han pasado en la universidad, y por lo tanto las más sabias. No sólo tienen conocimientos académicos. También aprendieron a sobrevivir en ese ambiente. La universidad pública, además de un hogar, les dio resistencia. Conocen todos los recovecos. Saben los caminos más eficientes para escapar en caso de encontrarse con alguien que se oponga a su presencia.
Las ratas viven felices en la universidad pública, y la voz se corre entre las otras ratas. Muchas aspiran a un lugar ahí. El ingreso es muy competitivo. Técnicamente no hay restricciones, cualquier rata puede entrar. Pero las que están saben que no es bueno que el número aumente demasiado. Su presencia se notaría. Entonces ponen trabas. Sólo logra entrar a la universidad pública una elite formada por las ratas más perseverantes. Las que, una vez adentro, saben apreciar el lugar que se ganaron.