Ser público

A todos los que forman parte de un público les gusta el rol pasivo asociado. Es como viajar en micro o taxi: maneja otro, y uno no tiene que preocuparse por los detalles. Sólo hace falta dejarse llevar.
Se puede estar muy atento, mirar todos los acontecimientos, anticipar desarrollos, criticar las elecciones del que está a cargo. Pero mientras se haga en forma respetuosa, en forma individual y privada, nadie se va a molestar.
Por eso no gusta cuando los artistas hacen participar al público del espectáculo. Los artistas deberían saber ubicarse. Los demás están del otro lado y tienen derecho a estarlo. No hace falta que involucren a nadie, todos están contentos con no ser parte, o con el rol simple de un público, limitado a aplaudir o reírse cuando se da el caso.
Incluso tienen derecho a no estar prestando atención. Por ahí tuvieron un día difícil y no quieren más que distraerse. No hace falta que los obliguen a un protagonismo forzoso. Por eso cuando los artistas bajan a la platea, se palpa el miedo de cada miembro del público a ser elegido. Nadie tiene ganas de ser más que lo que planeaba ser cuando pagó la entrada. Entonces todos hacen fuerza mentalmente para no llamar la atención, para que los artistas elijan a otro. Y casi todos lo logran. Pero siempre hay uno que termina siendo elegido, y nadie envidia su suerte.
Es una situación incómoda. Es como si el chofer del micro obligara a un pasajero a manejar. Los artistas seguramente saben lo que están haciendo, pero el miembro del público no. Está palpablemente incómodo. Quiere volver a su rol cuanto antes. No quiere contestar preguntas. No quiere que todos sepan su nombre. A veces se tapa la cara. El público que queda lo anima, porque quiere mantener su status de público. Todos prefieren que no haya más sacrificios. Ya perdieron a un miembro, y lo lamentan, pero están aliviados de que no les haya pasado a ellos. A todos les conviene que el elegido esté a la altura de las circunstancias.
La participación del miembro del público termina dándose, con mayor o menor éxito. Al finalizar, vuelve a su lugar, aliviado por el final de su intervención. El espectáculo continúa su normal desarrollo, pero el público no vuelve a ser el mismo. Queda en la platea un nerviosismo, un miedo, porque ya hay un precedente. Quedó establecido que los artistas buscan que el público participe, y podría volver a ocurrir. Durante el resto de la obra todos intentan pasar desapercibidos. Se aferran a su lugar mientras desean que el espectáculo termine lo antes posible.