Siameses en el fútbol

El caso de los hermanos Benson, en la segunda división de Inglaterra, había causado una decisión sin precedentes en la FIFA: a partir de ese momento, los hermanos siameses en un equipo se contaban como un solo jugador, debido a la imposibilidad de separarlos.
En un equipo de la ciudad de La Plata, que no será nombrado, se decidió aprovechar la regla. Era un club que estaba acostumbrado a jugar con los límites del reglamento, y se lo veía como una nueva treta. La reglamentación autorizaba, en efecto, a salir a la cancha con doce jugadores. Pero el presidente del club vio una posibilidad más ventajosa: si usaba todos futbolistas siameses, podría jugar con veintidós. De este modo, se razonó, no habría quién les ganara al tener una ventaja numérica de 11 jugadores.
Durante la pretemporada el club se desprendió del plantel que tenía, y contrató un equipo íntegramente formado por hermanos siameses. El equipo fue inscripto y los abonos anticipados se agotaron en pocas horas, algunos porque pensaban que el equipo iba a arrasar con todos, y otros que querían ver el curioso espectáculo.
Cuando empezó el campeonato se vio que la idea no era tan buena. Los siameses se enredaban con la pelota, y se estorbaban para correr. A la hora de cabecear, debían levantar el doble de peso y ganarle a la marca, lo cual era muy difícil de hacer sin cometer falta. Algunos jugadores siameses más o menos podían llevar la pelota, pero para la mayoría el hermano resultaba un estorbo. De este modo, empezaron a perder todos los partidos por goleada.
El presidente se vio en problemas. Todos lo acusaban de ser el ideólogo del desastre ocurrido, y tenían razón. Entonces supo que para salvar su futuro político debía recurrir a medidas drásticas.
Cuando llegó el receso de la mitad de la temporada, el equipo tenía 19 partidos perdidos, con 64 goles en contra y ninguno a favor. No le habían cobrado un penal en todo el campeonato, y el equipo estaba irremediablemente último en la tabla.
A lo largo del campeonato, el presidente había empezado a hacer gestiones. No le dejaban contratar más de cuatro refuerzos para el siguiente tramo del torneo, y era muy evidente que necesitaba más. Por ese motivo, se le ocurrió que podía someter a los siameses a cirugías para separarlos. La idea contó con la resistencia de algunos hermanos, salvo de unos pocos que eran conscientes de que debían hacer algunos sacrificios por el bien del equipo.
Pero el presidente no contó con un aspecto de la reglamentación: si se separaban los siameses, cada hermano separado contaba como un refuerzo. De este modo, no tuvo manera de reconstituir el plantel, y el equipo se fue al descenso al final de la temporada.
Tiempo después, luego de destituido el presidente, el club pudo volver a ascender con un equipo de jugadores autónomos. Pero el apodo de “los siameses” les quedó para siempre.