Texto de varios párrafos

Este es un párrafo. En él debería haber una introducción a lo que va a pasar en los otros. Por eso es el primero. Tiene el privilegio de ser el de lectura más probable, y la responsabilidad de enganchar al lector para que se quede a leer lo que sigue. Sin embargo, en este caso, el primer párrafo se niega a hacer de introducción. Aunque, visto de otra forma, son los párrafos siguientes los que determinan si el primero es una buena introducción o no.
El primer párrafo es independiente de los otros, hasta cierto punto. Muchas veces ocurre que los otros hablan de cualquier otra cosa. Es un recurso muy usado en el cine, en esas películas que arrancan con una escena situada en un tiempo o espacio distintos del resto.
Como es notorio, el segundo párrafo amagó con hacer del primero una introducción pero después se puso a hablar de cine. Este tercer párrafo, en cambio, primero habló de lo que ocurría en el segundo y después de sí mismo.
El cuarto párrafo es muy corto.
El quinto, seguramente, resultará más largo. No está establecido qué es lo que va a decir, aunque puede verse que, hasta ahora, lo que está diciendo es exactamente eso. Y es posible afirmar que, salvo lo que hay en esta oración, no dirá nada más.
Existe también un sexto párrafo. Dicho conjunto de signos se limita a expresar su propia existencia. La realidad es que los otros párrafos nunca se refieren a él y por eso se siente algo excluido, pero no es menos cierto que el sexto párrafo no hace nada para ser rememorado o anticipado por los otros.
El séptimo párrafo ha recibido la misión de terminar el texto de una manera más o menos memorable, para que el lector se sienta satisfecho de haber llegado hasta allí. Y a pesar de que no sabe cómo hacerlo, lo intentará. Es bueno que los textos, además de reconocer sus limitaciones, tengan la valentía de tratar de superarlas.