Tiro libre

La final del mundo estaba empatada. Se jugaba el último minuto de descuento. Un delantero fue derribado en la medialuna del área. El árbitro hizo sonar su silbato marcando la falta. Los defensores protestaron en vano. El arquero ordenó la barrera. El número 9 se paró frente a la pelota. Tomó carrera.
Los integrantes de la barrera, para evitar un pelotazo dañino,  cubrían sus caras. El arquero del equipo atacante no quería mirar, se había dado vuelta enfrentando al público. Uno de los técnicos jugaba nerviosamente con su corbata. El otro contenía la respiración. En el palco de honor, el presidente de la FIFA ensayaba un aplauso. Los hinchas del equipo con tiro libre a favor juntaban sus manos en plegaria. Los del otro equipo cruzaban los dedos o hacían cuernos para provocar el desvío del remate. Un vendedor de gaseosas perdió el equilibrio y se cayó de la tribuna. A un parrillero se le pasaron los chorizos. Un relator de una importante cadena televisiva perdió la voz por los nervios. El operador del cartel electrónico apoyó nerviosamente la mano sobre el interruptor que cambiaba el marcador. Los cuidadores del estacionamiento del estadio dejaron de prestar atención a su trabajo. Los delincuentes que esperaban un descuido de los cuidadores estaban contemplando la jugada y no se dieron cuenta. Las muchedumbres que estaban en puntos céntricos de las capitales de los países involucrados agitaban sus banderas, hacían sonar sus cornetas y se ajustaban sus gorros arlequines. En las plazas públicas se demoraba la ejecución de los condenados. Los arbolitos dejaban de cambiar. En los casinos los jugadores de tragamonedas interrumpían su actividad. Un tragasables dejaba de lado su acto en el momento menos oportuno. Las golondrinas suspendían momentáneamente su migración. El Papa hacía una pausa en su urbi et orbi. En las canchas de básquet de todo el mundo los técnicos pedían minuto. El hambre mundial detenía su avance. Las placas tectónicas interrumpían su recorrido. Los talleres de los diarios paraban las rotativas. En los juzgados se pasaba a cuarto intermedio. En los call centers no atendían las llamadas entrantes. Los dictadores dejaban por un momento de oprimir. Tántalo lograba tomar un sorbo de agua. Las torres de control no respondían los llamados desde los aviones. La meiosis se detenía. Los mozos no hacían caso a los clientes que los llamaban. El Voyager 1 dejaba de estudiar la heliopausa. Los niños del mundo perdían por un momento su inocencia.
El 9 pateó. La pelota sorteó la barrera y pareció que el tiempo se detenía. La pelota no llegaba más al arco. El arquero se estiraba con todas sus fuerzas. De repente la pelota pegó en el palo y entró mansamente en el arco. El 9 festejó junto a sus compañeros y compatriotas. El festejo fue detenido por el silbato del árbitro, que no había dado la orden e hizo repetir la ejecución.