Volver a nacer

Nací demasiado joven. No sabía lo que hacía, porque no tenía experiencia previa. Ahora sí, pero no me sirve para nada. No sólo no está en mis planes volver a nacer, sino que ni siquiera me acuerdo cómo lo hice. Entonces es lo mismo que si no hubiera aprendido nada.
Traté de leer libros sobre partos, pero ninguno está escrito desde el punto de vista del protagonista. De la única persona en cuya ausencia no hay parto. Todos son para guiar a la madre, o a los médicos, o a los personajes misceláneos que se reúnen en torno a un nacimiento. Pero ninguno me da instrucciones sobre cómo nacer. No hay ejercicios de respiración, ni posturas, ni relajaciones para sobrellevar mejor ese traumático momento.
Sin embargo, estoy seguro de que ahora me saldría mejor. Ahora sé que respirar no es la muerte de nadie. No le tengo miedo a la luz. De hecho, si me encuentro en un medio líquido, tengo la misma sensación que sospecho que tuve la primera vez que me vi fuera de esa morada inicial. No puedo corroborar que me haya sentido así, pero me conozco.
No es que tenga muchas ganas de volver a nacer. El tema es que la primera vez que uno hace algo, no es la que mejor le sale. Me imagino cómo sería el mundo si unos cuantos malnacidos hubieran tenido un poco más de práctica.
Por eso envidio a los canguros.