Contorsionistas de supermercado

Los contorsionistas hacen sus prácticas más exigentes en el supermercado. Les gusta exponerse al riesgo, que el público los vea hacer sus ejercicios, crear nuevas pruebas en escenarios sin red.
Por eso van en los horarios más concurridos. Toman un carrito y, antes de entrar, ejercen presión sobre las ruedas delanteras hasta que quedan trabadas. De esta manera, el carrito no obedecerá sus movimientos. Entran así al salón de ventas.
Una vez adentro, tienen un itinerario. Pero como el carro está trabado, no los deja ir. Ahí empiezan sus ejercicios de contorsión. Como el carro está fijo, ellos tienen que compensar el movimiento con su cuerpo. De esta manera, tanto ellos como los carritos terminarán tomando la dirección elegida. Su cuerpo, mientras tanto, tomará las formas más extrañas.
Deben hacer esto sin chocarse con otros carritos ni otras personas. Ahí está el mayor nivel de dificultad, porque muchos clientes de supermercado son impredecibles. Deben moverse a la mayor velocidad posible, pero dejando un margen para cambiar la dirección de su cuerpo sin previo aviso, y sin cambiar la dirección del conjunto cuerpo+carrito.
Hacen esto por las diferentes góndolas. Después dejan los carros en el lugar correspondiente. Es por eso que hay tantos carritos con las ruedas trabadas. Son los que usaron los contorsionistas para graduarse mientras, de paso, hacían las compras.