De casa al hotel

Estaba pasando demasiado tiempo en casa. Necesitaba escaparme un poco. Así que decidí pasar unos días en un hotel. Quería estar tranquilo, en paz, en un lugar donde se ocuparan de mí. Necesitaba distancia del ambiente que se respiraba en casa. Estábamos todos peleados, las discusiones eran permanentes, cualquier cosa era motivo de conflicto. Encima, había una obra en la vereda que inundaba toda la casa de un ruido permanente y atronador. Era una reparación de la red de gas. Como resultado, no teníamos calefacción en toda la casa, con lo cual hacía un frío importante. Para colmo, al no haber gas tampoco podíamos cocinar, de modo que teníamos que arreglarnos con comida de microondas. Eso caldeaba más los ánimos, que eran lo único que estaba caliente en casa en ese momento. Por eso decidí ausentarme durante unos días. Así que me fui al hotel.
Elegí uno, pregunté si tenía las comodidades que buscaba, pagué la habitación y me dejé llevar hacia ella. Recién cuando ya estaba instalado leí la nota de bienvenida del hotel. En ella se decía que todo el personal se esmeraría en hacerme sentir como en casa.