El diario del martes

Todos dicen que con el diario del lunes cualquiera opina. Y es verdad, porque el diario del lunes tiene toda la información de la que carecen los del domingo. Opinar con esa información es muy fácil. Es por eso que muchos opinan con el diario del lunes. Yo nunca quise ser como esa gente, por eso me conseguí el diario del martes.

El razonamiento fue que el martes, al estar después del lunes, me daba una ventaja en cuanto al acceso a la información. Así que me puse en campaña para conseguir el diario del martes. En todos los kioscos me ofrecían el del lunes, y mientras más me lo ofrecían más me convencía de su popularidad, que era exactamente su contra. Yo quería adelantarme, y por eso necesitaba el diario correspondiente.

Caminé mucho, y salí recompensado. En un kiosco que recién abría tenían el diario del martes. Lo abrí exultante, esperando tener la información que no tenían todos los que se contentaban con el del lunes. Con eso iba a poder mostrar que lo que yo opinaba era mucho más certero que lo que opinaban los demás. Me iban a tratar como a un sabio.

Sin embargo, el diario del martes fue muy difícil de leer. La información que daba asumía que yo conocía lo que había salido el lunes. Me daba sólo la información extra, pero sin la básica no podía hacer nada. Lo único que podía intentar era deducir lo que había pasado antes, de forma tal que lo publicado en el diario del martes tuviera sentido. Sin embargo, en casi todos los casos había distintas posibilidades igual de probables, de modo que no podía enterarme de cuál era la verdadera.

Es decir que el diario del martes no me sirvió para nada. Entonces se me ocurrió que sabía exactamente dónde estaba la información necesaria para hacerlo funcionar: todo lo que tenía que hacer era conseguir el diario del lunes. Pero lo descarté. Es demasiado fácil entender el diario del martes cuando uno tiene el diario del lunes.