El éxito del poeta

El poeta escribía a partir de su experiencia. Según lo que veía o vivía, escribía poemas. Los poemas no eran informativos. Tal vez no tenían nada que ver con las experiencias. Pero los escribía la persona que tenía esas experiencias, y una persona es poco más que las experiencias que tiene. Su acumulación, sumada al pensamiento y el talento para la escritura, le permitía escribir poemas muy bien logrados.

Los lectores lo encontraban muy atractivo. Su poesía les significaba, no necesariamente lo mismo que el poeta había querido significar, pero por lo menos algo que hacía que siguieran interesados en lo que tenía para escribir.

El éxito con el público lector se transformó en éxito comercial. El poeta logró hacer dinero a partir de su poesía. Y no sólo le permitió vivir de lo que escribía, sino que logró vivir muy bien. No le faltaba ningún lujo.

Esto, naturalmente, hizo que su poesía fuera aún mejor. Tener más tiempo y no preocuparse por temas económicos hizo que se pudiera concentrar en pensar y escribir. Sus experiencias ahora eran las de una persona privilegiada, pero eso no convirtió su escritura en elitista. Todo lo contrario: el privilegio le daba más posibilidades de conectarse a través de la escritura, porque era la forma en la que siempre se había comunicado con su público. La experiencia poética no cambió: sólo lo hizo la vida del poeta.

Al darse cuenta de esto, el público estuvo muy agradecido con el poeta, y eso redundó en mayores ventas que le permitieron mejorar aún más su estilo de vida. También inspiraron a otros poetas, al ver que a través de la poesía se podía lograr éxito material. El mundo, entonces, se llenó de poetas, y el público lector fue cada día más rico.