El payaso interior

Es necesario contener al payaso interior. En realidad no es necesario, es la sociedad la que no lo tolera. Ésa es la posición del payaso, su excusa para aparecer a cada rato. Hay circunstancias en las que es bienvenido, lo que hay que cuidar es que no aparezca cuando su presencia estorba. Igual que con las personas.
El tema con este payaso es que pugna por salir en todo momento. Hace cosquillas internas para que me ría. Me tira chistes, ocurrencias, pensamientos inciviles. Hace todo lo posible por descolocarme, contarme que la situación en la que estoy no es la única posible. Y a mí me gusta su punto de vista. Muchas veces lo quiero adoptar como propio. Pero aprendí que ese punto de vista permanente no es algo aceptable en la sociedad. Hacen falta más películas de Robin Williams, a ver si la idea prende.
A veces parece que está tratando de tirarme abajo. Como si quisiera hacer un slapstick no con mi cuerpo, sino con mi vida. (Capaz que con mi cuerpo también; tal vez eso explique mis frecuentes tropiezos.) Aparece en momentos muy poco propicios, durante exámenes, cuando es necesario impresionar a personas. Y la gente no se impresiona.
El tema es que ése es un punto en el que estoy de acuerdo con el payaso. La sociedad debería aceptarlo más. Debería buscarse a la gente con payaso interno prominente, y celebrarla. Pero sólo se lo celebran a algunas personas, gente que se ganó el respeto de sus pares por otras razones. Cuando alguien pasa cierto test, su payaso también.
En el resto de las personas, la presencia del payaso es un signo de precaución. Cuidado con el payaso. Puede que todos tengan miedo de que en cualquier momento trate de tirar agua desde una flor y mojar a los que están cerca. Entonces la gente se aleja. Prefiere mantener conversaciones entre adultos. Así es más seguro.
El payaso está al tanto de que así es más seguro, pero sabe que también es más aburrido. Y no quiere aburrirse. No entiende por qué la gente elegiría aburrirse. Lo ve ocurrir y se descoloca. Piensa que es mentira, que todos prefieren divertirse, y capaz que no se animan. Eso es un poco más creíble. Pero no es convincente.
Por eso se determina a que eso a mí no me pase. Que no entre en una etapa de inhumor en la que mi propósito sea enterrarlo en el pasado. No confía en que no tenga esa intención. Prefiere errar para el lado de estar de más.
Yo lo entiendo. Puedo empatizar con él. Y por eso casi siempre lo dejo hacer.