Explicar este mundo

El mundo es grande y complejo. Ocurren fenómenos que no estamos en condiciones de comprender del todo. Pero igual lo intentamos. O yo lo intento. En algún lado tengo la idea de que voy a poder entender, en algún momento, cómo funciona el mundo. Sé que es imposible, pero eso no es motivo para abandonar la búsqueda. La cantidad de variables, aunque enorme, es necesariamente finita. Aunque sé que no voy a poder solo, por lo menos puedo hacer aportes para que, tarde o temprano, la humanidad se acerque a explicarlo todo.
Hay cosas fáciles de comprender, cosas difíciles. A veces lo que parece está peleado con lo que es. Se requiere análisis, detenimiento, pensar cosas distintas. Y voy encontrando respuestas, que a su vez me iluminan para generar nuevas preguntas, preguntas que nunca se me habían ocurrido. Siento, entonces, un avance que me anima a seguir.
A veces, sin embargo, me choco contra misterios que sé que nunca voy a poder resolver. ¿Cómo se puede explicar un mundo en el que existe el alfajor de fruta? Acumulo experiencia, lecturas, estudios, conclusiones, y mientras hago todo eso, distintas fábricas elaboran alfajores rellenos con mermelada indefinida. Pero no es eso lo que requeriría explicación. Eso es fácil de explicar: la gente experimenta. Lo que no se puede explicar es que los alfajores de fruta tengan mercado. Existe gente que va voluntariamente a los quioscos y pide un alfajor, no de dulce de leche, no de mousse, sino de fruta. Se animan a hacerlo. No les importa si los van a mirar mal. Y no sólo piden, sino que consiguen. En el quiosco hay alfajores de fruta esperándolos.
Después van y se los comen. Puede ser que no todos los coman. Es posible que alguna gente crea que sus hijos o nietos tendrán mejor salud si comen un alfajor de fruta. Después de todo, tiene fruta, y la fruta hace bien. Eso lo puedo entender. Y puedo entender también que esa gente interprete la resistencia de los destinatarios como un obstáculo superable con educación, similar al de las verduras.
Sin embargo, he visto personas que además de comprar un alfajor de fruta, lo comían. Y no sólo eso: hacían como que lo disfrutaban. Y no era el último alfajor disponible. Era exactamente lo que querían. No entiendo cómo puede ocurrir eso, y creo que nunca lo voy a entender.
Vivimos en un mundo donde hay alfajores de fruta. También hay volcanes y terremotos, pero ésos son hechos de la naturaleza que no se producen por voluntad de nadie, al contrario que los alfajores de fruta. Tal vez un día entendamos todo lo que tiene que ver con terremotos. Puedo tener esperanza en eso. Pero los alfajores de fruta me matan la esperanza.