Hormigas corrientes

Una hormiga puede levantar hojas de varias veces su tamaño y su peso. Y se supone que eso nos tiene que impresionar. Lo siento, algunos somos más exigentes. Son hojas lo que levantan. Las hojas no pesan nada. Hasta el viento, que ni siquiera está vivo, barre con ellas. ¿Por qué habría de sorprendernos que una hormiga lo logre?
No es que trasladan objetos realmente pesados. Sí, algunas hormigas llevan insectos grandes, como abejorros. Pero lo hacen entre muchas. Así cualquiera. Una sola hormiga no levanta un abejorro. Del mismo modo, muchas hormigas no levantan un tronco. Algún pequeño pedazo de punta de rama que venga con la hoja es todo lo que pueden llegar a manejar. No se les puede pedir más.
Si levantaran baldosas, que son varias veces su peso, podría ser interesante. Ahí tendríamos un contrincante. Porque, si de verdad la fuerza de las hormigas es prodigiosa, podrían lograr rechazar los zapatos que se acercan y las envuelven en sombras para pisarlas. Sin embargo, no ocurre, y la sombra pronto se hace permanente para las hormigas que tienen la mala suerte de caer dentro del perímetro del zapato.
Pero tarde o temprano esto ocurrirá. La selección natural funciona así. Cuando haya una presión suficiente de zapatos que atente contra las hormigas, sólo sobrevivirán las que logren desarrollar defensas ante ese peligro. Y en un santiamén geológico habrá hormigas que harán zancadillas a las personas (o a lo que reemplace a las personas). Será como si movieran el piso. Y ahí nos tocará a nosotros lidiar con eso. A ver si podemos con ese obstáculo. A ver si somos lo que pensamos que somos.