Las colinas están vivas

“The hills are alive with the sound of music”
Oscar Hammerstein II

Cuando empezó a sonar la música, las colinas comenzaron a saltar. Con ellas saltaron el pasto, los árboles, las ardillas y los arcos iris que siempre las acompañaban. Las colinas se movían al compás de la música, en armonía unas con otras. Se podría decir que bailaban.
La danza de las colinas se mostraba en gráciles movimientos del suelo, que subía y bajaba, como si latiera. También giraban sobre sí mismas mientras recorrían el circuito donde sonaba la música. Los animales que estaban parados sobre las colinas también giraban, y los que tenían la posibilidad al mismo tiempo abrían los brazos. El entorno, sus habitantes y la música eran uno.
Un riacho que pasaba cerca se contagió la alegría de las colinas, y la llevó hasta el mar. En el mar se dispersó entre los peces, los corales y los delfines, hasta llegar a la otra orilla del océano, donde la alegría cubrió el continente. Así, pronto el mundo entero estuvo vivo con el sonido de la música.

The hills are alive with the sound of music”

Oscar Hammerstein II