Prosa del bananero

Ha sido una larga noche. El trabajo ya está terminado, se hace de día y quiero irme a casa. Pero no puedo, tengo que esperar que aparezca el contador y verifique lo hecho. Tiene que contar las bananas que subí al barco. Lo cual es mucho más fácil que pasarse toda la noche cargándolas, pero el tipo no viene.
Para mí que me está tomando el pelo. No sé qué estará haciendo. Capaz que está contando las bananas de otra gente. Me tiene podrido este chabón. Todo esto es porque no confían en mí. Piensan que no estoy capacitado para anotar cuánto cargo. O que voy a cargar menos bananas si me detengo a anotar cada viaje. O, peor, que voy a mentir si controlo mi trabajo. Están equivocados, nunca haría eso. Si les fuera a robar lo haría directamente, sin necesidad de cargar bananas durante toda la noche.
Ya llegó el día, y me quiero ir a casa.
Este tipo sigue sin aparecer. Qué clavo es estar acá. Y mañana tengo que volver a la misma hora, no me dejan llegar tarde para compensar el tiempo que estuve esperando al contador. Cargaría más bananas mientras lo espero, así podría ganar más plata, pero ya se terminaron. O podrían directamente anotar cuántas tenían y verificar que todas fueron cargadas en el barco. Es muy inútil el trabajo de este tipo. Capaz que él lo sabe y por eso no tiene ganas de venir.
Pero no tengo que enfrascarme en esos pensamientos. Tengo que vivir la vida con alegría. Mientras espero, voy a ver si me canto algo.