Rebeldía adolescente

Cuando estaba por ser adolescente me contaron más o menos lo que se venía: una transición hacia ser adulto que involucraba rebeldía. Y ser adulto, la verdad, no me hacía mucha gracia. Más curiosidad me daba el tema de la rebeldía. Empecé a esperar a ver cuándo me iba a dar por rebelarme. Pero no llegaba.
Yo tenía actitudes rebeldes, sí, pero no eran muy distintas de las que había tenido siempre. No me interesaba ser rebelde. Veía a los demás, que a veces tenían esa clase de actitudes, y me provocaba cierto rechazo. No me parecía razonable. Y varias veces ni siquiera era rebelión en serio, siempre hubo muchos que seguían a la corriente y pensaban que se estaban rebelando.
Así que se puede decir que me rebelé contra la gente de mi edad, porque me resistí a ser como ellos. En realidad, me resistí a no ser como yo. No tenía ganas de ser distinto, sino de seguir siendo el que era. Por eso trataba de conservarlo.
Con el tiempo me di cuenta de que mi rebeldía consistía en eso: resistir los cambios y el paso del tiempo. Mi rebeldía, en fin, fue contra la adolescencia.