Responsabilidad histórica

Todos somos diferentes. Todos tenemos nuestras particularidades. Características que nos diferencian de los demás, que forman los ingredientes de nuestra identidad. Durante la vida, nos dedicamos a ejercer esas diferencias, sin poner necesariamente énfasis en ellas. Los demás, por su parte, hacen lo que hacen ellos. Algunas de esas cosas son similares a las que hacemos nosotros.

¿Qué costumbres son más típicas de las personas de nuestro lugar en nuestra época? ¿Las propias o las de otros? Hay distintos consensos en cuanto a costumbres, dietas o actividades. Y hay gente que se sale de los consensos. Estamos en nuestro derecho.

Pero en cierto modo es irresponsable. Estamos, sí, siendo fieles a nosotros mismos, haciendo lo que queremos hacer, sin hacer daño a nadie. Pero, ¿qué pasará con los arqueólogos que nos encuentren?

Podría ser por algún cataclismo, o por meras coincidencias de la posteridad. Los arqueólogos encuentran nuestro cuerpo, o nuestra casa, y piensan que lo que hacemos es típico de nuestro lugar y tiempo. Es lo único que pueden asumir. Y resulta que éramos gente particular, que hacía cosas que los demás no.

La única manera en la que podríamos evitar esa confusión es actuar en forma concertada con los demás, y hacer todos más o menos lo mismo. Perderíamos la sinceridad con nosotros mismos, pero seríamos más sinceros ante la posteridad.