El chiste desmenuzado

—¿Cuántas personas caben en una ballena?
—Ninguna, porque va llena.

No cualquiera puede entender este chiste. Es necesario estar equipado con una cantidad de conocimientos para poder saber a qué se quiere referir y cuál es el origen de la gracia.

En principio, es necesario saber lo que es una ballena. Al ser el animal más grande del mundo, es frecuentemente objeto de comparación para poder dar una idea de su tamaño. Si se usara la palabra “ballena” para denominar a las hormigas, el chiste no tendría ningún sentido. Es necesario que sea un animal, o un objeto grande.

Por otro lado, esta clase de estadísticas es muy habitual cuando se refiere a tamaños con los que las personas no están muy familiarizadas. Se usan distintas medidas como puntos de comparación, como la longitud de una cancha de fútbol, el tamaño de una provincia chica o incluso, de ser apropiado, el tamaño de la Tierra, para comparar con cuerpos celestes.

El tamaño de una persona es una de estas referencias. Las personas varían en su tamaño y peso, sin embargo esto se obvia, porque lo que se busca es dar una idea de tamaño, no una precisión científica. Si en un ambiente entran treinta personas, tal vez si esas personas fueran gordas entrarían veinte. Pero se sabe que estamos hablando de decenas de personas. No importa la exactitud final.

Se juega también con otro elemento: los transportes públicos. Sean colectivos, aviones o ascensores, estos transportes tienen en común que son capaces de llevar a varias personas al mismo tiempo. Suele haber también un aviso que indica cuántas personas el vehículo es capaz de transportar con seguridad. Muchas veces ocurre que cuando una persona quiere subir a cualquiera de estos vehículos, no pueda hacerlo porque van llenos, y por eso no cabe ninguna persona más.

Para entender este chiste, entonces, el que lo escucha debe estar familiarizado con todos estos elementos y ser capaz de hacer la relación entre ellos. El chiste es un puente entre distintos mundos, un portal que muestra por dónde pueden relacionarse, y al mismo tiempo un absurdo que exhibe la distancia entre esos mundos.

Se dice “el que lo escucha”, porque es un chiste que para su mejor efecto debe ser oral. Al estar escrito, la ortografía del juego de palabras delata la no relación, y queda muy forzoso. El idioma castellano ayudó a la construcción, pero no ayudó del todo, y el chiste quedó incompleto, con una sola dimensión de medio. Pero es lo suficientemente sólido como para evocar en la audiencia muchos de sus conocimientos y provocar con ellos una sonrisa, que es en definitiva lo único que busca un chiste.