Inspección del arroz

El arroz es seleccionado grano por grano. Los inspectores que los revisan tienen una poder de observación muy bien entrenado, tanto que logran hacer su trabajo mientras cientos de granos pasan frente a sus ojos en una cinta transportadora. Ellos se ocupan de diferenciar los granos y distribuirlos para sus distintos usos.
Primero se fijan que el grano esté en condiciones sanitarias y de suculencia como para ser aceptable. Si hay un grano fallado o deforme, es descartado inmediatamente. Los granos que pasan este primer test pueden ir a varios destinos.
Los que aún conservan su cáscara con mejor aspecto, serán parte de paquetes de arroz integral. Son los más fáciles para los inspectores, aunque algunos se aburren. Los granos que no serán destinados a ser integrales deben ser pelados, también en el acto, para determinar qué se hará con el destino del grano interno.
Los granos que más cerca están de los límites aceptables son usados para fabricar galletas de arroz, que a su vez pueden formar parte de alfajores.
La gran mayoría, sin embargo, van a las distintas presentaciones de paquetes. Los inspectores los seleccionan a toda velocidad, y los envían a las plantas procesadoras de Carolina, Oro y sus variantes dobles.
Finalmente, quedan sólo los granos más gordos. No hay muchos, pero son muy apreciados por los restaurantes refinados, que los compran a precios muy altos para fabricar con ellos el arroz relleno. Un plato de arroz relleno puede costar cientos de dólares en los más destacados establecimientos gastronómicos. Sólo en aquellos que pueden permitirse destinar una persona de la cocina a agujerear grano por grano y rellenar cada uno con minúsculas cantidades de carne, humita, jamón y queso, cebolla, carne cortada a cuchillo, pollo o atún, según el gusto de los clientes. El trabajo delicado vale el precio que se paga, y los clientes de esos restaurantes saborean con placer cada grano.

Comida de avión

A mí me gusta la comida de avión. Capaz que soy poco sofisticado. Qué sé yo. Pero me gustan esos pequeños placeres. Morder el hielo redondo del vaso de plástico transparente que recibe la gaseosa bien fría que venía en la lata traída en el carro que bloquea todo el pasillo. Cortar ese pan esférico y ponerle manteca. Abrir el aluminio de la comida caliente y encontrar algo que no está pensado para que entre por los ojos. No, no es comida gourmet, pero estoy arriba de un avión. No hay cocina. Si viajara en Primera sospecho que igual estaría limitado a lo que puede transportarse en esos compartimentos. No me van a hacer un asado en la parrilla del avión, por más que lo exija mientras le encajo el ticket de Primera en la cara a una azafata. Sería complicado concederme ese deseo. Se llenaría de humo la cabina presurizada y los detectores de los baños sonarían sin cesar. Del mismo modo, tampoco hay horno ni sartén. Si quiero una tortilla de papas tendrá que ser recalentada. Ya es bastante que puedan mantener la comida caliente. Y no tiene mucho gusto. O no a lo que dice ser. El pollo de avión puede confundirse con otras carnes. Uno puede no saber exactamente cuál es el relleno de las pastas. De hecho, todas esas comidas tienen más o menos el mismo gusto. Es el gusto del viaje, de la experiencia de estar volando hacia un lugar lejano. Del entusiasmo de lo que está por venir, o el recuerdo de lo que acaba de pasar.
Entonces, no sé si la comida de avión me gusta por el gusto. No la elegiría en tierra. Pero cuando llega el momento, la disfruto.

Islas

En la reunión anual de la Confederación Internacional de Islas y Archipiélagos cada porción de tierra aportó algo para el banquete final. Había:

  • Sardinas de Cerdeña
  • Palmeritas de La Palma
  • Brandy de Brändö
  • Cubanitos de Cuba
  • Tofu de Tofua
  • Salmón de las Islas Salomón
  • Sal de la Isla Sal
  • Goma de mascar de Madagascar
  • Comino de Camano
  • Uvas de Uvea
  • Camarones de Kamaran
  • Mal vino de las Malvinas
  • Ajo de Marajó
  • Mayonesa de Maio
  • Melón de Milo
  • Salamín de Salamina
  • Té de Tilos
  • Pizza de Margarita
  • Frutas de Madura
  • Fideos de San Vicente
  • Chocolate de Barra
  • Pescado de Tiburón
  • Café de Java
  • Niños envueltos de la Isla Padre
  • Palmitos de Cayo Coco
  • Choclo de Barbados
  • Pan de Bacan[1]
  • Emparedados de las Sandwich
  • Salchichas de Wiener Neustadt
  • Tortillas de La Española
  • Jamón de la Île Aux Cochons
  • Tortas Negras de Negros
  • Sopa de la Isla Campbell
  • Alcauciles de Flores
  • Cerveza de Malta

Una vez conseguidas las vituallas el banquete fue preparado, usando carbón de Tierra del Fuego, por cocineros de las islas Cook.

[1] El encargado de relaciones exteriores de la isla decía orgullosamente que el pan que había aportado era de excelente calidad. Según sus palabras: “yo, Carlos Bacan, lo garantizo”.