Tráfico de figuritas

El coleccionismo de figuritas es una costumbre muy popular entre los escolares. Los fabricantes lanzan todos los años nuevos juegos, con sus correspondientes álbumes, con motivos que están de moda entre los niños de edad escolar. De esta manera, se puede conseguir fácilmente imágenes de los temas de interés, y en los recreos se puede comparar las colecciones. Alguien que tiene el álbum muy completo puede mostrar a un neófito cómo quedará cuando logre un nivel semejante.

Sin embargo, los niños no se quedan en eso. Incurren también en la piratería de figuritas. Muestran un nivel de organización muy sofisticado para hacerlo. Hay grandes proveedores que tienen pilas de figuritas redundantes, o incluso pueden no tener álbum propio, y se dedican a intercambiarlas por otras. De esta manera, se puede avanzar en completar el álbum sin necesidad de comprar todas las figuritas directamente.

Los sujetos que se dedican a este menester normalmente se paran con discreción en rincones de los patios donde se realizan los recreos, y ofrecen a los transeúntes sus servicios. Se procede a una examinación del catálogo, y el cliente elige las figuritas que desea obtener. Los traficantes más sofisticados llegan al punto de poner precio a las figuritas más preciadas, las que cambian por dos o más de las comunes.

Esta actividad ilícita redunda en un perjuicio para el fabricante, que se ve así impedido de hacer muchos más álbumes, y sólo puede dedicarse a los que tienen perspectivas de ser más populares. Montones de motivos de interés más limitado nunca encontrarán a su audiencia gracias al intercambio ilegal de figuritas.

Ha de mencionarse que los fabricantes no están exentos de responsabilidad en la situación. Sus prácticas comerciales, que incluyen la venta de figuritas en paquetes cerrados sin posibilidad de elegir, estimulan el tráfico escolar en detrimento de sus ganancias. Si fueran un poco menos avaros, podrían vender las figuritas en forma individual o por catálogo, de manera de impedir la formación del tráfico indebido, al quitarles la fuente del negocio. Incluso podrían vender los álbumes ya llenos, de manera que sus clientes no tengan que tomarse el trabajo de completarlos figurita por figurita, y obtengan la gratificación de un álbum siempre lleno.

Hay muchas formas de mejorar esta realidad. Mientras no se llegue a un punto de equilibrio entre los comerciantes y los consumidores, el mercado negro continuará avanzando y muchos niños inocentes serán, tal vez sin saber, criminales.