El suicidio de los inmortales

Cuando somos inmortales, tenemos todo el tiempo del mundo. Y también más. La tranquilidad que nos da ser inmortales es que nos permitirá tener toda clase de experiencias, sin que importe el tiempo que cada una toma. Ser inmortales nos libera del límite que teníamos, que nos obligaba a elegir qué hacíamos y qué no. Ahora sólo debemos elegir el orden en el que hacemos las cosas.
Una consecuencia de esta inmortalidad y de las variadas experiencias que nos posibilita es que no todo lo que experimentemos será bueno, o agradable. Atravesaremos diferentes tiempos, algunos más propicios que otros, sin tener más que la influencia de una persona para cambiar lo que nos parezca injusto o terrible. También atravesaremos distintas situaciones personales, algunas alentadoras y otras tremendamente tristes.
Es inevitable que tarde o temprano entremos en depresión. Del mismo modo, saldremos de ella. Y volveremos a entrar. No tiene que ver con nuestra personalidad, sino con la estadística. Si tenemos todos esos años, es imposible que no pasemos por circunstancias que nos alteren nuestro equilibrio mental. Tendremos también euforias, tristezas, ansiedades y todas las emociones posibles.
Claro que una de ellas es la depresión severa. ¿Qué posibilidades hay de que, entre ahora y la eternidad, no nos encontremos en una situación a la que no le vemos salida, por más que intentemos? Podrían pasar muchos milenios hasta que ocurra, pero tarde o temprano llegará. Y con ella vendrá la idea del suicidio. De terminar de una vez por toda esta vida longeva, porque el sufrimiento no se puede soportar más.
Pero el suicidio no será una opción, precisamente por la inmortalidad que nos ha sido conferida. No nos quedará más remedio que seguir adelante, y cuando salgamos, también inevitablemente, del pozo, seremos más fuertes que antes.

Polvo de mochila

No sé si mi mochila viene del polvo. Seguramente viene de China, y no sé qué materiales usan para fabricarla. Pero sí sé que va hacia el polvo. Lo veo todos los días. Cuando saco cosas, salen cubiertas de polvo de mochila. El viaje en su interior deja huellas.
A veces, el polvo vuelve a la mochila. Nunca todo. El polvo es, por naturaleza, huidizo. Y por eso cada vez queda menos mochila. La pared que alguna vez fue robusta se va haciendo levemente más fina con cada partícula que escapa.
No sé cuánto tiempo queda hasta que la mochila deje de ser mochila. Es inexorable, tarde o temprano perderá sus propiedades de transporte de objetos, y tendré que comprar otra.
Como no sé en qué momento exacto ocurrirá eso, me encuentro que vigilo la espalda, a ver si sigo teniendo la mochila. Temo que algún día se desintegre por completo y todo lo que llevo caiga a la calle, dejándome sólo con la correa que sostiene su recuerdo.

Respuestas a viejas preguntas

P: ¿Qué vino primero, el huevo o la gallina?
R: El huevo.
P: Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie para escucharlo, ¿hace ruido?
R: Sí.
P: ¿Qué pasaría si una fuerza irresistible chocara con un objeto inamovible?
R: Ganaría la fuerza irresistible.
P: ¿Puede dios hacer una piedra que él mismo no pueda levantar?
R: Sí.
P: Esta afirmación es falsa. ¿Esta afirmación es verdadera o falsa?
R: Es verdadera.
P: ¿La moral es enviada por dios porque es moral, o es moral porque es enviada por dios?
R: Es enviada por dios porque es moral.
P: Si un gallo pone un huevo en Argentina y el pollito nace en Paraguay, ¿el pollito es argentino o paraguayo?
R: Los gallos no ponen huevos.

Ser y tiempo de descuento

Introducción a la metafísica del off-side.
Ya desde los tiempos pitagóricos, la trascendencia de la geometría era de suprema importancia. Las hipotenusas más cortas son más largas que los catetos que las circundan. El balón sagrado de Pitágoras nos lleva a la comprensión del deseo secreto, el fin en sí mismo, el ilusorio poliedro.
Einstein nos dice que el tiempo es relativo a la velocidad. ¿Qué se ve al estar parado sobre un balón que avanza mientras gira sobre sí mismo mientras es atraído por un planeta que gira alrededor de sí mismo y de una estrella? ¿Se ve la expectativa del receptor, de los defensores, de las tribunas? ¿O se ve algo totalmente distinto? Nadie lo sabe, pero algunos maestros iluminados postulan que la trascendencia radica exactamente allí.
La lejana soledad tienta y seduce como los cantos de sirena, pero hace desaparecer el sentido para siempre. Retrocederá el tiempo, retrocederá el territorio, el combate cambiará de manos indeterminadamente al flamear en los aires la solferina bandera del Destino.
El Destino final en posición prohibida. Abominable ausencia de visión de futuro. Oh náyades, quién hubiera pensado en aquel inoportuno paso hacia adelante que termina con nuestro otrora prometedor porvenir. Así no se puede.
La historia está llena de caminos alternativos no transitados, de posibilidades inciertas, de injusticias consumadas, de adelantados incomprendidos en su tiempo. ¡Maldita cercanía que me ha condenado! Cual Ícaro cerca del sol, me he quemado con las mieles del triunfo y caí humillado al mar.
¿Adónde van los goles anulados? Es un misterioso destino, fuera de toda estadística, al que sólo acceden unos pocos elegidos luego de pasar por pruebas que hasta ahora ningún mortal ha logrado transponer. Su existencia intermitente los hace difíciles de ver de lejos, como púlsares de gol.
Imborrables recuerdos causan imágenes indelebles en córneas que luego no sirven para ver otra cosa. Una distancia indetectable para el ojo humano es la diferencia entre el triunfo y la derrota. Valerosos son aquellos que logran traspasarla, esquivando geometría y puntapiés. Veneremos a nuestros héroes del pasado, intentemos ser como ellos sin dejar de ser como nosotros. Llevemos en el fondo de nuestro ser el sentimiento que nace en cada carrera solitaria contra el Universo.
(texto sugerido por un lector de LR! al considerar que mis escritos eran demasiado crípticos)

Que gane el mejor

Si vos sos el mejor nadador de la historia, no tiene ningún mérito que ganes todas la medallas olímpicas. Así cualquiera. Es de mediocre triunfar en lo que uno sabe hacer. Es tomarse la vida sin desafíos. Quedarse en lo seguro, donde uno sabe que le puede ir bien, porque es lo suyo. ¿Qué sentido tiene ponerse a competir con atletas que no son tan buenos como uno? Nadie razonable se sentiría bien al ganar una competencia así.
Para conseguir verdaderas hazañas, los grandes deportistas tienen que competir en disciplinas donde no tienen la seguridad de ganar. Los nadadores pueden hacer ciclismo. Los basketbolistas pueden probar con la arquería. Y los tenistas, para tener un desafío real, pueden resolver teoremas matemáticos.
Es como si a mí me destacaran por escribir. Lo que sé hacer es escribir, y cada vez que me pongo a hacerlo sé que es porque no puedo hacer otra cosa. Puedo tener desafíos dentro de la escritura, pero son pequeños al lado de batir el récord mundial de salto con garrocha. Claro que los que compiten en salto con garrocha no se ponen a escribir, y es una lástima. Si este texto lo escribo yo, está razonablemente bien, es más o menos lo que uno esperaría. Pero si el que lo hace es un jugador de waterpolo, tendría mucho más mérito que yo.
¿Por qué, entonces, no paro de escribir para probar suerte en el badminton? Porque no estoy a la altura de mis expectativas. Soy más cagón de lo que me gustaría. Aunque, a decir verdad, eso de escribir no es lo que se suponía que era lo mío. Lo mío era lo técnico, la programación de computadoras. Ahí me iba bien, me veían futuro. Pero no quería, prefería hacer algo que no pudiera hacer cualquiera. Entonces me puse a escribir. Porque pensaba que podía. Y aunque no sabía si lo podía sostener o no, no pensaba que no podía. Fue un desafío moderado. Un verdadero desafío hubiera sido ponerme a hacer gimnasia artística. Eso es algo que me asusta, que pienso que jamás voy a poder hacer, y por lo tanto si logro hacerlo sería un gran mérito.
Pero no será. No soy tan digno como podría ser. Sólo puedo ofrecer esto. Es una lástima. Tal vez algún día me anime a algo que hoy no me imagino. Quién sabe, en una de ésas, siendo escritor, termino siendo galardonado con el Premio Nobel de Química.