Júpiter y los mosquitos

Si miramos con perspectiva a los planetas del sistema solar, veremos que está Júpiter y algunos cascotes. Es con gran margen el planeta más grande y masivo. Y le debemos la vida.
Si vemos la luna o cualquier cuerpo que no tenga erosión, veremos una gran cantidad de cráteres. Cada uno corresponde al choque de algún cuerpo más pequeño, que genera una cicatriz. Está muy claro que estos choques no son tan frecuentes, y su densidad nos muestra la escala de tiempo de la que estamos siendo testigos.
Una de las razones por las que los choques no pasan tan seguido es Júpiter. Actúa como un gran escobillón, o una aspiradora, atrayendo con su masa a los asteroides o cometas que pasan cerca. Es mucho más probable que choquen contra Júpiter que contra cualquier otro objeto.
En algunos casos, en lugar de impactar son capturados y se convierten en satélites. En otros, la gravedad de Júpiter los saca de su trayectoria y los expulsa del sistema solar. El resultado es casi siempre el mismo: los cuerpos que podrían chocar contra la Tierra no lo hacen.
Claro que el filtro de Júpiter no es infalible. En algunos casos, hay asteroides o cometas que penetran en el sistema solar interior, y pueden chocar contra la Tierra. Si el astro es suficientemente grande puede provocar catástrofes, como la que inició la extinción de los dinosaurios. Estaban lo más tranquilos, y de pronto una bola de fuego que vino desde el cielo acabó con su medio ambiente. Sólo los animales pequeños lograron sobrevivir.
Entre ellos estaban los mosquitos, que tuvieron que encontrar una nueva dieta cuando se acabó la sangre de dinosaurio. Como su ausencia provocó un auge entre los mamíferos, los mosquitos encontraron rápidamente sangre nueva. Y desde entonces vienen picando a las diferentes manifestaciones de mamíferos, a través de los tiempos, hasta el día de hoy, en el que pican también a las personas.
Entre ellas, a mí. Me pican mucho. Soy su favorito, por alguna razón. No sé qué me ven. Cuando estoy en un lugar con varias personas, se obstinan en picarme sólo a mí. Los demás no se enteran, sufren tal vez picaduras aisladas. Pero las mías son sistemáticas. No importa cuánta gente haya, si hay mosquitos cerca, los atraigo y me pican a mí. Soy el Júpiter de los mosquitos.

Rechazo de un color

En una época todos éramos blanco. Viajábamos todos juntos, unidos, y atravesábamos el aire a gran velocidad. A nadie le importaba que fuéramos frecuencias diferentes, estábamos todos en el mismo camino y nos gustaba.
Pero, en un momento, todo cambió. Fui separado de los demás y me volví rojo. Algunos me llaman colorado. Nos chocamos con la pintura de un auto, y todos los colores que formaban el blanco conmigo fueron absorbidos por ella. Pero a mí me rechazó. No sé si le parecí muy escandaloso, o simplemente no era compatible con su estructura química. La cuestión es que me desprendí del resto de la luz y no volví a ver más a los otros colores.
Pero, igual, reí último. El auto que me rechazó quedó impregnado para siempre de mi color. Ahora se ve rojo, y aunque no me quería, siempre tendrá a uno de los míos.
Mientras tanto, seguiré deambulando por ahí, y nadie podrá volver a desmembrarme.