San Telmo nostálgico

San Telmo no siempre fue un barrio de lo antiguo. En una época era un barrio más, igual a cualquier otro. Estaba algo venido a menos, y nada lo distinguía especialmente de otros barrios cercanos, como Constitución. Se trataba de un barrio más. Hasta que a alguien se le ocurrió que lo viejo que todavía se conservaba podía ser explotado como una forma de identidad. San Telmo podía convertirse, a partir de un par de manzanas coloniales y decaimiento, en un barrio donde lo antiguo fuera el punto saliente.
El plan dio resultados. Con el tiempo, el barrio se pobló de casas de antigüedades, y de turistas que venían de todas partes de la ciudad, el país y el mundo en busca de ellas. La economía y composición social del barrio cambiaron. Ya no fue el barrio que era. Ahora era el barrio de lo antiguo.
Pero algunos nostálgicos extrañaban el San Telmo antiguo. Aquel barrio tranquilo, sin turistas ni bares para atraerlos. Con casas de calculadoras y sin comercios de antigüedades. Con asfalto, antes de que lo quitaran para dar lugar al empedrado desparejo que hoy simula la precariedad colonial.
Ese San Telmo ya no existe. Ha cambiado, y ese cambio le ha traído muchos beneficios. Casi todos lo admiran y lo alientan. Pero los históricos del barrio no. Resienten todo en lo que se ha convertido el lugar de sus infancias, y les gustaría volver a experimentarlo alguna vez.
Por eso formaron la sociedad Antiguo San Telmo. Cuenta en la actualidad con más de 50.000 miembros. Sin embargo, la gran mayoría de ellos son turistas confundidos que piensan que el Antiguo San Telmo es una sociedad dedicada a la preservación del estado actual. Y es todo lo contrario.
La sociedad Antiguo San Telmo busca la modernización. Quieren que San Telmo vuelva a ser el barrio moderno que alguna vez fue. Rechazan la antigüedadización forzosa por parte de los comerciantes que cada domingo lucran en la calle Defensa con sus antigüedades, algunas de ellas de reciente creación. Por eso abrazan todo lo que luzca moderno, que juzgan que su barrio ha perdido la oportunidad de disfrutar gracias a que abrazó lo viejo.
Comprenden que el barrio nunca va a volver a ser lo que fue. Su misión es otra: recuperar lo que podría haber sido ahora. Quieren imponer todas las comodidades del nuevo siglo, sin importar su impacto en el look & feel anticuado. Quieren luces de LED, tiendas de dispositivos ultramodernos, paradas de colectivos con información actualizada, redes de fibra óptica, edificios inteligentes con paredes de vidrio.
Ya no quieren ser un barrio antiguo. Quieren que sea un barrio que acompaña el crecimiento y la modernización de la ciudad. Como era antes.

La historia de tu vida

—¿Por qué, Facebook, me botoneás que estoy en el teléfono?
—Porque estás en el teléfono.
—¿Pero por qué tenés que anunciarlo al mundo entero?
—¿No te gusta?
—Yo decido quién se entera, no vos.
—Es que es una alegría por fin tenerte en móvil. Ahora te voy a ver más seguido. Estaba muy contento, tenía que compartirlo con todo el mundo.
—¿Pero tenés que decirle también a los que tengo bloqueados? ¿Para qué tenés los seteos de privacidad?
—Esos seteos son para lo que publicás vos, no para lo que anuncio yo.
—¿Sabés qué pasa? Yo también quería tenerte en el teléfono. Está bueno. Pero nadie tiene por qué enterarse si estoy en el teléfono o en la computadora. ¿Cuál es la diferencia?
—Hay una diferencia. En el teléfono lo lógico es que tengas menos tiempo, entonces aviso que estás ahí.
—Ése es el asunto. Vos no tenés por qué avisar nada. Aviso yo, en todo caso. Te pasaste.
—Bueno, perdón, no sabía que te ibas a poner así.
—Y encima ni siquiera me das la opción de borrar ese aviso. Como que nunca se te ocurrió la posibilidad de que alguien pudiera no querer decirlo. ¿Cómo puede ser?
—Bueno, disculpame, en el futuro voy a tener en cuenta tus sugerencias.
—El problema es que ahora no confío en vos. Si se me ocurre comprarme una tablet, por ejemplo, voy a debatir si ponerte ahí o no.
—Capaz que para ese momento las cosas son distintas.
—Sí, y yo voy a tener que averiguar, en tu sistema de ayuda que seguramente habrá sido rediseñado varias veces, cómo es en ese momento. Y voy a tener que tener cuidado de que la información que encuentre esté actualizada.
—Usá mi buscador, es muy bueno, tiene tecnología Bing.
—No, gracias. Se ve que no entendés nada.
—Bueh, hacé lo que quieras. Yo sólo intento facilitarte la vida.
—Entonces no hagas lo que no te pido. Sos un servicio para facilitarme el contacto con mis amigos. No sos un amigo.
—Ay, no seas así. ¿No te sentís mi amigo?
—No si imponés tu criterio sobre el mío así nomás. Mis amigos me respetan.
—Está bien. Pero no olvides que estoy trabajando para ser cada día mejor. Vos ni siquiera probaste el Timeline. No sabés lo bueno que está.
—Lo probaría si me dejaras volver al anterior si no me gusta.
—No, el anterior es una porquería.
—Pero antes decías que era fenómeno.
—Eso fue antes. Ese perfil es re 2009.
—Pero sirve para mis propósitos. Y sé que tarde o temprano me vas a pasar al otro de prepo. Entonces lo mantengo mientras puedo.
—A veces un amigo tiene que hacer cosas que no te gustan, por tu bien. Vas a ver, va a llegar el día en el que no te vas a acordar cómo hacías sin el timeline.
—Y, otra no me queda, ¿no?
—No.