El éxito del poeta

El poeta escribía a partir de su experiencia. Según lo que veía o vivía, escribía poemas. Los poemas no eran informativos. Tal vez no tenían nada que ver con las experiencias. Pero los escribía la persona que tenía esas experiencias, y una persona es poco más que las experiencias que tiene. Su acumulación, sumada al pensamiento y el talento para la escritura, le permitía escribir poemas muy bien logrados.

Los lectores lo encontraban muy atractivo. Su poesía les significaba, no necesariamente lo mismo que el poeta había querido significar, pero por lo menos algo que hacía que siguieran interesados en lo que tenía para escribir.

El éxito con el público lector se transformó en éxito comercial. El poeta logró hacer dinero a partir de su poesía. Y no sólo le permitió vivir de lo que escribía, sino que logró vivir muy bien. No le faltaba ningún lujo.

Esto, naturalmente, hizo que su poesía fuera aún mejor. Tener más tiempo y no preocuparse por temas económicos hizo que se pudiera concentrar en pensar y escribir. Sus experiencias ahora eran las de una persona privilegiada, pero eso no convirtió su escritura en elitista. Todo lo contrario: el privilegio le daba más posibilidades de conectarse a través de la escritura, porque era la forma en la que siempre se había comunicado con su público. La experiencia poética no cambió: sólo lo hizo la vida del poeta.

Al darse cuenta de esto, el público estuvo muy agradecido con el poeta, y eso redundó en mayores ventas que le permitieron mejorar aún más su estilo de vida. También inspiraron a otros poetas, al ver que a través de la poesía se podía lograr éxito material. El mundo, entonces, se llenó de poetas, y el público lector fue cada día más rico.

Tengo tongo

Tengo tongo
pero es tongo prestado
mi tongo es con el otro
con el que tiene tongo
cuando me ven usarlo
piensan que soy importante
porque me ven con tongo
pero no lo soy
mi amigo es importante
él se ganó los tongos
yo ligo tongo gratis
y eso
a su manera
es también tener tongo.

Cuestión de marketing

El público en general no está interesado en la poesía. Puede haber muchas razones por las que eso pasa. Pero el fenómeno existe: cuando se publicita poesía, concurre un público pequeño y estable, que muchas veces consiste en poetas. Son muy pocas las personas que consumen poesía sin intentar hacerla.
Sin embargo, mucha gente acepta la poesía cuando está mezclada con otras formas. Por ejemplo, con música. Cuando una poesía recibe música y se convierte en letra de canción, tiene mucha más llegada. Y ni siquiera es exclusivamente por la música. El público escucha la canción y presta atención a la letra. Muchos la memorizan, la analizan, la modifican. La poesía produce en ellos los efectos deseados, sin que la música necesariamente esté involucrada en esos efectos.
Lo que ocurre es que la poesía tiene fama de difícil. Como la matemática. Mucha gente, cuando se le dice que algo es poesía, piensa que está ante algo inalcanzable, algo que sólo personas con mucha capacidad logra apreciar. Y la verdad es que eso es mentira. Los que tengan mucha capacidad apreciarán más que los que no. No hace falta ser sobrehumano para disfrutar la poesía.
Y tampoco se puede olvidar de que no toda la poesía es buena. Sin embargo, al cargarse con el peso de ser “poesía”, muchas personas no se animan a cuestionarla. Piensan que debe tener algo que ellos no ven, a pesar de que es perfectamente factible que el texto en cuestión sea una porquería.
Es necesario terminar con esos prejuicios. Hace falta acercar la poesía al gran público. Lo que se necesita es una acción de marketing. Será de gran beneficio para los poetas, al menos aquellos que no disfrutan de la pobreza y la indiferencia. Lo que hay que hacer es cambiarle el nombre. Hacerla conocida como otra cosa.
Ya hay quienes usan esa táctica. Lo que hacen es insertar la poesía en toda clase de formas que el público consume. Y el público no rechaza la poesía. En muchos casos es bienvenida. El público recibe la poesía, y el poeta tiene un público. Sólo que no se lo llama poeta.
“Poeta” y “poesía” son sólo palabras. La poesía está acostumbrada a darle nuevos nombres a todo. Es su dominio, lo que mejor hace. La iluminación poética consiste, entre otras cosas, en encontrar relaciones no sospechadas entre palabras y conceptos distintos y distantes. En algunos aspectos es como la matemática. Y el marketing también lo hace: el marketing es una forma de poesía.
Entonces, ¿por qué no puede el marketing, como forma de poesía, aplicarse a la poesía en general. Está claro que a muchos poetas no les gustará. Ven al marketing como una irrupción molesta del mercado, y piensan que todos estaríamos mejor sin él. Pero se equivocan. El marketing es una manera de comunicarse, de persuadir a los demás de que vengan hacia uno y presten atención a lo que uno hace. Si se usa para el mal, no es porque el marketing en sí mismo sea malo.
El marketing tiene toda clase de técnicas lingüísticas que permiten construir puentes y símbolos en una dirección específica controlada por quien lo hace. Sólo que tiene un fin específico fuera del lenguaje. Podemos pensar que el marketing no sólo es una forma de poesía, sino que es la forma original de la poesía. Después de su invención, hubo quienes se entusiasmaron con las formas y aplicaron los distintos métodos a objetivos distintos, no mercantiles, de exploración.
Puede ser que el marketing sea el origen de la poesía. Es necesario que ambas disciplinas, que todavía se nutren una a otra, reconozcan su afinidad y trabajen juntas para el bien de la poesía. O como sea que se llame de ahora en más.

Poesía con ciencia

La poesía y la matemática comparten la lejanía y el respeto de vastos sectores de la sociedad. Incluso se les tiene miedo. Muchos no se acercan a ninguna de las dos porque creen no estar a la altura. Piensan que carecen de los conocimientos necesarios para entender todo lo que esconden. Escuchan a otros hablar de lo que ofrecen, y se intimidan. Luego, al ver poesía o matemática, se asustan y vuelven los ojos.
Sin embargo, ambas disciplinas están al alcance de todos o casi todos. Tal vez en distintos niveles, pero en general en más que los que cada uno piensa. Cuando se topan con situaciones en las que tienen que ejecutar sus conocimientos de poesía o matemática, pero sin saber que eso es lo que están haciendo, se desempeñan bien.
Es que la poesía y la matemática están demasiado insertas en el entramado de la humanidad como para que ocurra de otra manera. Son talentos, lo exacto y lo simbólico, que el ser humano ha adquirido y ejerce todo el tiempo. Algunos mejor que otros, y algunos se destacan más en unos que en otros. Pero todos (o todos los sanos) dominan al menos un poco recursos de ambos.
No hay actividad que no use recursos de poesía o de matemática. Incluso ellas dos se usan una a otra. No son antagónicas: son complementarias. Los que rechazan a una, se empobrecen en la otra. La matemática sin poesía y la poesía sin matemática pueden ser correctas, pero nunca van a ser grandiosas.
Sin embargo, poetas y matemáticos forman grupos cerrados, elitistas, que están contentos con la percepción de impermeabilidad de su disciplina. Cuando se ven cerca de la otra, huyen, la ridiculizan, la intentan desacreditar. Los dos grupos se desconfían entre ellos. Y ambos pierden, porque cierran la puerta a herramientas que pueden alimentarlos. Nunca se sabe de dónde vienen las ideas, ni qué forma van a tomar, ni qué camino elegirán para llegar a la conciencia.

Cómo detectar a un poeta

El primer indicio son las manos manchadas con tinta, que también impide saber de qué color era originalmente la camisa desprolija que lleva. El poeta no tiene tiempo para limpiarse o peinarse, porque es constantemente visitado por la inspiración. Esos movimientos no son espásticos, son la creación de la poesía en vivo y en directo.
Es posible que no sea muy agradable olerlos. Y que no se den cuenta de que hablan solos. Parecen lunáticos, cuando se suben a un colectivo todos los otros pasajeros se alejan. Es por eso que no hay poesía sobre los colectivos llenos. Los poetas no han experimentado esa sensación.
En caso de entablar diálogo con ellos, expondrán toda su sabiduría. Los poetas en su tiempo libre leen, se alimentan de literatura, para después regurgitarla como creación propia. De esta manera, los poetas vomitan literatura en todas sus conversaciones, pero no es por mala educación, sino porque están hechos de ella.
La sociedad toma distancia de los poetas, habitualmente sin darse cuenta de que lo son, sólo debido a sus características desagradables. En ocasiones, sin embargo, los poetas son reconocidos,  y entonces la sociedad toma distancia de ellos porque son poetas.
Pero a los poetas no les importa. Ellos no hacen otra cosa que escribir, crear, donde pueden, como pueden. No son capaces de otra cosa. Entonces van por la vida chocándose contra todos los obstáculos que existen en el mundo. Cada uno de ellos les alimenta su poesía, y con ella van hacia todos lados hasta que un día se suicidan.

Recuerdos de recuerdos

Añoro los recuerdos que solía tener.
Extraño las imágenes que solía ver.
Echo de menos la memoria que alguna vez poseí.
Recuerdo la nostalgia que yo solía sentir.
Conmemoro la reminiscencia de mi pasado.
Me falta la añoranza que siempre valoré.
Rememoro la impresión que tuve al ver un texto que nunca leí.
Me acuerdo de la melancolía que sentí cuando recordé la pena de saber la pesadumbre que me causó la tristeza de haber recordado mi pesar.
Tengo en mi mente los resabios olfativos de aquella ocasión en la que sentí esos aromas que ya no puedo recordar.
Revivo por primera vez la sensación de hacer algo por primera vez.
Recuerdo los sueños que soñaba despierto.
Extraño los recuerdos de los sueños que olvidé.
He perdido la memoria de las visiones que tuve en el pasado.
He perdido la nostalgia por aquello que olvidé.
He olvidado la añoranza de aquella nostalgia.
Y añoro la añoranza, la nostalgia y la memoria que han quedado en el olvido.

Nos aparece

Nos aparece
al mismo tiempo
la misma idea
podemos juntarnos
y ejecutarla
pero es poco
la idea es secundaria
al lado del dato que tenemos
de pronto
si estamos en lugares distintos
nos llega la oportunidad
de triangular
para saber
de una vez
de dónde vienen las ideas.

Esto es poesía

Esto es poesía
aparentemente
porque está escrito en verso
esos espacios en blanco
lo hacen poesía
porque, si no
¿qué mierda es la poesía?
no sé
no me importa
en una de ésas no califica
porque no expongo mi alma
ni nada
en estas líneas
nadie dice
que tiene que pasar eso
para mí que lo único relevante
son los enter
hay prosas que parecen poesía
pero no tienen tantos enter
tienen oraciones completas
con mayúscula y punto
pueden decir exactamente lo mismo
pero no se llaman poesía.
Ojo
hay que tener cuidado
mirá si uno escribe en un género
y cree escribir en otro
es jodido
es vivir equivocado
sin saber lo que uno hace
o sabiendo qué hace
pero sin saber cómo se llama
pero bueno
hay gente a la que le importa
a mí no
no sé si esto es poesía
si tenés ganas, es
si no, no pasa nada
no es más que una cosa
que pintó escribir
hasta acá.

El soldado camina

El soldado camina
por la avenida Cabildo
disfrazado de soldado
camina entre la gente
sus conciudadanos
todos saben que no es uno más
“ahí va un soldado”
lo miran con disimulo
no le dirigen la palabra
(no saben si puede hablarles)
el soldado se da cuenta
de la reacción de la gente
y toma nota
para reportar a sus superiores
“me vieron
el camuflaje no sirve”.

Soy una cita

Soy una cita
una sola
de algo que escribió otro
estoy aislada
fuera de contexto
con un significado distinto
del que tenía
antes era parte de un todo
ahora soy un todo incompleto
extraído del todo más grande
soy más visible
pero soy descartable
quiero volver a formar parte de algo
pero no quiero volver al texto original
no me interesa revivir el pasado
quiero aventuras
integrarme con otras citas como yo
mezclarme
interactuar
otorgar nuevos significados
y que me los otorguen a mí
para disfrutar
ser una cita
quiero intertextualidad.