Mercado de religiones

Cuando la gente no encuentra una religión cerca, empieza a desesperarse. Un porcentaje importante de la humanidad necesita apoyarse en certezas. No importa si esas certezas son equivocadas, la necesidad es de saber cosas que no se discutan, pilares en los que cada uno puede apoyar su vida.
Desde el principio de la Historia existieron esos pilares. En general fueron muy fuertes. Abarcaban a mucha gente, y mientras más gente se apoyaba en ellos, más fácil era persuadir a los otros de que las certezas sobre las que todo descansaba eran tales.
Actualmente, la situación es distinta. Las religiones están ahí todavía, pero no son tan atractivas. Han sido reemplazadas en muchos casos por otras formas de pensamiento mágico. La gente ya no dura toda la vida en una religión. Se va mudando, salta de una a otra.
Existe un mercado de religiones muy activo. En todos los ámbitos aparecen los vendedores de religión, que ofrecen a las personas que pasan cerca la posibilidad de sumarse a su selecto club. Ellos tienen todas las respuestas, todas la certezas que la otras religiones sólo fingen tener. La gente puede obtener el privilegio de pertenecer mediante un módico pago.
Cada una de estas religiones ofrece un mundo nuevo, una manera de ver la vida que difiere un poco o mucho de lo que cada persona antes hacía. Marcan un camino fácil, bien delineado, que permite dar un marco de previsibilidad a las acciones futuras. El azar queda afuera, uno es protegido por la pared que se construye alrededor. Nada la puede penetrar si uno tiene la fuerza de voluntad suficiente. El único que la puede romper es uno mismo.
A veces esa pared se rompe, y uno queda desprotegido. Pero por suerte, no pasará mucho tiempo hasta que venga el representante de otro club a ofrecerle la construcción de otra pared, mucho más sólida, que le permitirá volver a sentirse respaldado, ya no intimidado, por un mundo mucho más grande que uno.

Violencia religiosa

Hace muchos años Europa fue sacudida por una ola de violencia religiosa que desde entonces no se repitió.
Hordas de gente sin respeto por las creencias de los demás rezaban a los gritos y en cualquier circunstancia. Rezaban en los cines, en los hospitales, en los porteros eléctricos, al oído de cualquiera que pasara cerca y en las canchas de fútbol. También rezaban en los templos, a veces durante los oficios y sin esperar los momentos oportunos.
Otros bendecían agua a la fuerza. Llegó un momento en el que todos los lagos, ríos y mares estaban compuestos de agua bendita. La nieve y los glaciares no escapaban a esta bendición. Tampoco lo hacían las nubes y el 80% del cuerpo humano.
Esto permitía que la población entera del mundo estuviera bautizada. Incluso todos estaban bautizados en distintas maneras de entender la fe cristiana, dado que había varias ramas entre los perpetradores de este movimiento violento, cada uno de los cuales hacía fuerza para su lado.
Otra gente realizaba vía crucis en cualquier lugar y a cualquier hora. Los transeúntes, los autos y las formaciones del subterráneo que vieran interrumpida su trayectoria por estas manifestaciones debían esperar a su finalización para continuar.
Había que cuidarse de una banda de exorcizadores que practicaban largos y meticulosos exorcismos a todo el que se les cruzara.
También había pequeños grupos que seguían, cada uno, a un líder que decía tener contacto con Dios o haber hecho alguna interpretación de las sagradas escrituras, lo cual le permitía predecir algún evento que los seguidores se encargaban de hacer ocurrir para evitar que las escrituras estuvieran erradas.
Pronto hubo grupos no cristianos que se unieron al movimiento de violencia religiosa. Los hinduistas irrumpían en los mataderos y liberaban a las vacas. Gracias a esto Europa se vio invadida por vacas que corrían libres por las praderas, los bosques y las ciudades, sin dejarse comer.
Vándalos judíos saboteaban los sistemas de distribución de electricidad cada sábado para que todos pudieran observar el cuarto mandamiento.
Los estados laicos comenzaron a tomar medidas y encarcelar a quienes pudieran agarrar, pero pronto dejó de haber espacio en las cárceles para encerrar a tantos fanáticos. Eran muchos.
Se resolvió entonces apelar a la indiferencia, no prestarles atención y dejarlos actuar. El resto de la gente seguiría con su vida.
El plan resultó. Los violentos se aburrieron y la costumbre pasó de moda. Después de un tiempo casi todos volvieron a sus antiguas costumbres. Sólo quedaron algunos grupos aislados de vándalos que cada tanto realiza algún acto de nostalgia.

La Oreja del Señor

Todos los días, de 6 a 7 de la tarde, es el Happy Hour de los milagros. Visítenos, y por cada milagro que le sea concedido, recibirá otro de regalo. Acérquese al Templo Universal del Oído Divino y rece con nosotros. Le ayudaremos a rezar de la manera más adecuada para que Dios escuche sus deseos. No basta con sólo desearlos. Usted debe conectarse con Dios para lograr que se hagan realidad. ¡Y de 6 a 7, se hacen realidad por duplicado!
Recuerde que los milagros legítimos sólo se consiguen aquí, en el Templo Universal del Oído Divino. La Oreja de Dios está aquí. Si tiene problemas, si no encuentra la salida, venga a vernos. Lo guiaremos por el camino correcto. Le entregaremos en forma gratuita el Hisopo Celestial, que le permitirá acariciar la Oreja que se encuentra sólo en nuestro altar.
Mantenemos limpia la Oreja del Señor para que escuche nuestros deseos. Tenemos que decirlos claramente, en voz alta. Dios lo espera, está atento a todos sus deseos. Quiere concederlos. Sólo necesita que usted tenga compromiso, que realmente quiera estar mejor. Y la manera de hacerlo es venir, decirle a Dios lo que quiere al oído. Asearle la oreja, estar bien cerca, para tener una relación íntima con el Señor.
Venga y trépese a la Oreja. Cuélguese del lóbulo como si fuera un aro. Contemple el órgano de la audición y vea que hay alguien que lo escucha. En nuestro templo nunca hablará al vacío. Siempre estará Dios escuchándolo, y evaluando si concede su deseo. O dos de ellos, entre las 18 y las 19, excepto feriados.
No hable muy fuerte. Debe respetar a Dios y evitar ofenderlo. La Oreja todo lo escucha, incluso sus pensamientos. No debe gritar en el templo. Usted quiere que Dios lo quiera, y Dios lo quiere incondicionalmente, pero le conviene hacer méritos. Venga y acarícielo. Hágale cosquillas en la Oreja. Métase en el Glorioso Canal Auditivo y siéntase parte de la divinidad. Dios tendrá más confianza en usted, y tendrá más ganas de concederle los milagros que requiera. Y recuerde que de 6 a 7 de la tarde, le concederá dos milagros por cada uno.