A ver qué pienso

Soy muy frontal. Cuando pienso algo, no lo escondo. Lo digo a los cuatro vientos, para que todos lo sepan. Y si no les gusta, que se curtan. No estoy para complacerlos. Voy a pensar lo que quiera, y los demás deberán atenerse a las consecuencias.
Porque, además, no voy a pensar nada si no lo pienso del todo. A mí no me caben los grises. Soy blanco, o negro. O verde. O gris, pero bien gris. Nada de esos grises muy claros o muy oscuros. Si soy gris, soy gris militante, porque defiendo a muerte la idea de ser gris. Pero no sé si quiero ser gris. Todavía no me decidí.
Estoy buscando cuál es mi postura. Pienso tener cuidado, porque una vez que la adopte, no va a haber medias tintas. Va a ser mi postura inexorable, más allá de lo que pueda ser conveniente en un momento u otro. Me la voy a bancar, y justamente por eso los demás se lo van a tener que bancar también.
Voy a ser fundamentalista de cualquier postura que elija. Hasta que no me guste más. Porque no es que no voy a cambiar. Si me cabe, cambio, y si a los otros les molesta que cambie, será porque son unos caretas. No banco a esa gente blanda que sostiene posturas y es incapaz de ser persuadida. Son lo que está mal con el mundo. Acá las cosas hay que hacerlas de frente, con compromiso, si no, no va. Y hay que llegar hasta las últimas consecuencias mientras dura cada compromiso. Porque no sirve hacer malabares, no sirve, vamos a ver qué hacen cuando les salga con lo que estoy por pensar. No se lo van a ver venir. Y lo voy a defender a muerte, sin importar lo que sea, sin dudas va a ser lo principal, y lo voy a poner en boca de todos.