Algo sobre mí

Si yo le contara alguna cosa sobre mí, usted inmediatamente empezaría a buscar a qué parte de su vida le hace acordar. Haría un repaso instantáneo por todas sus experiencias hasta encontrar alguna al menos vagamente parecida. Entonces exclamará “¡lo entiendo!”
Porque ni a usted, ni a nadie, le interesa lo que me pasa a mí. Sólo lo que le pasa a usted. No es capaz de ver la vida con otros ojos, sólo con los suyos. Porque sus ojos están indefectiblemente en su cabeza. Y aunque quiera, no puede sacárselos sin que dejen de ver. Entonces todo lo que vea será desde su punto de vista, por más esfuerzos que haga por tener otro.
Entonces usted sólo es capaz de empatizar a través de usted mismo. Cuando yo le cuento lo que siento, trata de sentirlo o de pensar cómo sería sentirlo. Así, lo que le importa es lo que siente usted. Lo que yo le cuento que siento es sólo un catalizador para que usted sienta algo que puede o no ser parecido a lo que alguna vez sentí yo.
Por eso prefiero hacer historias de ficción, en las que no sea necesario hacer todas esas operaciones. Así es más fácil. Yo prefiero incluso leer de ésas. Porque, le confieso, a mí cuando los demás me cuentan algo sobre sí mismos sólo puedo entenderlo si lo relaciono conmigo.