Artrópodos en pantalla

El cuarto está oscuro, la pantalla iluminada. La hoja en blanco brilla, y atrae a los artrópodos. Vuelan hacia el monitor y se posan sobre el blanco. Si hago scroll se corren. Siempre buscan el blanco.
A medida que voy escribiendo hay menos lugar para ellos. Sólo quedan rendijas en los espacios entre párrafos. Las letras huecas son demasiado chicas para los artrópodos, ninguno entra dentro de la O.
¿Qué ven los artrópodos en el blanco de la hoja? ¿Ven sólo una luz que los atrae? ¿O ven el potencial, el futuro? Tal vez presagien grandeza, como las libélulas presagian la lluvia. Ninguno, de todos modos, se atreve a pisar el texto. Escapan a él. No les gusta el presente, prefieren la incertidumbre del futuro. Pero del futuro inminente. No están en la próxima hoja, están en esta. Y a medida que el texto crece, se van escapando de él, como las almejas se escapan de la superficie cuando son acarreadas por las olas.
A veces, a través de las alas, puede distinguirse el texto. No es que lo estén leyendo, pero quién sabe si no sienten. Tal vez sepan que el texto habla de ellos. Tal vez se sienten atraídos por eso.
Resisto la tentación de aplastarlos. Me sería muy fácil. Acabar con ellos me hace poderoso. Pero me conformo con ejercer el poder de confinarlos a las entrelíneas. Los que quedan entre dos renglones quedan atrapados, no pueden salir sin volar. Y mientras más rápido escriba más lograré capturar.
Cuando termine, voy a justificar el texto así tienen menos posibilidades de escapar. Tienen que caminar con cuidado, bien derecho, hasta el margen. Ahí se encontrarán con el equivalente a un océano de espacio en blanco sobre el que podrán posarse.
Un artrópodo sigue los movimientos del mouse. Tal vez se haya enamorado de él. El puntero lo flechó. Mientras es una flecha el artrópodo lo sigue, y cuando llega a la hoja y se convierte en una especie de I, se confunde. Lo sigue siguiendo, pero le cuesta más. Es como si no fuera el mismo puntero. El mouse atraviesa toda la hoja y va al otro margen, pero no es lo mismo. Sobre la izquierda, la flecha ya no apunta a la hoja. Sigue apuntando a la izquierda. El puntero pierde su atracción, y el artrópodo sale volando.
Pronto se van a tener que ir. Voy a terminar el texto, voy a cerrar el procesador y volverá el fondo oscuro de siempre. La luz más cercana va a estar afuera. Adiós, artrópodos. Fue un gusto tenerlos acá. Nos vemos en el próximo texto.