Attenborough sádico

Esta noche, la BBC presenta el especial Attenborough sádico.
En sus más de cincuenta años de prestigiosa trayectoria, el documentalista David Attenborough ha recorrido el mundo para mostrarnos la historia de la naturaleza, los animales más raros y atractivos, y la delicada interacción entre los distintos componentes de los ecosistemas. En ese tiempo, ha estado resistiendo la tentación de hacer sufrir a los animales que encontraba en su camino. Hoy se desquita.
El programa arranca con una secuencia de laboratorio. Se puede ver a David Attenborough interactuando con un hámster, teniéndolo en su mano y cerrándola hasta que empieza a chillar. Luego de varios apretones, el hámster es liberado. Pero en realidad no. Attenborough lo deja en un pequeño cubo de cristal invisible, que no le permite escapar y tampoco impide sus intentos. Antes de dejarlo solo, se le administran algunas gotas de LSD.
En ese momento se libera una cobra, que no ha sido alimentada en varios meses. Al detectar el hámster, la cobra se abalanza hacia él. Mientras, la característica voz de David Attenborough explica las técnicas habituales de ambos animales para cazar o escapar.
El hámster, aterrorizado, intenta frenéticamente escapar de la presencia de la serpiente. Pero el cubo de cristal se lo impide. La serpiente se acerca y salta hacia el hámster, para ser bloqueada por el mismo cubo. En ese momento, una pequeña manguera libera agua en el compartimiento. El hámster aumenta sus movimientos para poder salir, mientras la serpiente continúa golpeándose la cabeza contra el vidrio.
En ese momento, David Attenborough, con la colaboración de un equipo de especialistas del Zoológico de Londres, engancha la cola de la serpiente con una soga. Del otro lado, mientras la cobra mira hacia su cola, un veterinario se lleva al hámster y lo reemplaza por una réplica exacta, pero electrificada. Cuando la cobra se libera, va en busca del roedor y recibe una divertida corriente.
La segunda secuencia está filmada en África, en una colonia de chimpancés. Attenborough dedica un rato largo a forjar una relación de confianza con una hembra, hasta que ella le permite acicalarla. Ésa es la señal que David espera para proceder a ejecutar su plan. Mientras comienza a limpiarla de parásitos, explica al espectador que el cuerpo de un chimpancé posee un total de 3.117.847 pelos, y que en ese momento comenzará a quitarlos uno por uno.
Antes de hacerlo, es preciso sedar al chimpancé lo suficiente como para evitar cualquier reacción adversa, como mordiscos, pero no tanto como para que no sienta los arrancones. Así, en un montaje de gran despliegue técnico y estético, se ve cómo Attenborough avanza lentamente hasta dejar pelada a la primate. Se destacan especialmente los planos cortos de los pelos saliendo de la piel en cámara lenta. Este segmento, de gran contenido didáctico, tiene como segundo objetivo mostrar que el hombre y el chimpancé, en el fondo, son muy parecidos.
Por último, en el tercer segmento de la noche, Attenborough y su equipo de producción colocan veinte gatos domésticos en una bolsa de consorcio. Luego coloca la bolsa en un suelo muy pegajoso, de manera que no se desplace. Cuando los gatos, finalmente, rompen la bolsa, van emergiendo uno a uno y todos se quedan fijos en el suelo, maullando para que alguien los ayude. En ese momento, Attenborough coloca fuera del alcance de todos los gatos un kilo de pescado fresco, y comparte con la cámara su sonrisa al ver los intentos desesperados de los gatos de ser los primeros en zafarse del pegamento para poder alimentarse.
El especial, que cuenta con la musicalización de Ricardo Arjona, será transmitido esta noche a las 23.35, al término del ciclo Ópera al desnudo.