Cárceles escuela

Una de las desventajas de los sistemas penales es que, al tener a muchos delincuentes juntos, las cárceles funcionan como escuelas de delincuencia. Es cierto que, por definición, todos los presos han sido capturados, pero eso no impide que puedan compartir datos y experiencias de crímenes exitosos del pasado, e ideas para mejorar día a día.
La única manera de evitar este fenómeno es aislar a todos los presos, lo que traería problemas logísticos y psicológicos. Está muy claro: los ex convictos salen de la cárcel siendo mejores criminales que cuando entraron. Lo que no quita que puedan rehabilitarse, arrepentirse de sus acciones y dedicar el resto de su vida al bien.
Antes no era así. Las cárceles estaban llenas de criminales, igual que ahora, pero un gran porcentaje eran mayordomos. Y ellos ejercían una influencia importante en la población penal. Sus enseñanzas llevaban a que los criminales liberados se comportaran de una manera mucho más amable y considerada. Podían, sí, llegar a aprender técnicas de asesinato y de encubrimiento.
Gracias a la reducción en el número de mayordomos asesinos, los ex convictos de ahora ya no se caracterizan por haber aprendido formas de servidumbre en la cárcel. Se dedican a ejercer técnicas perfeccionadas de crimen violento. Ya no tratan a los demás con el respeto que todos se merecen.