Ceda el asiento

―Disculpe, ¿podría cederle el asiento a ella? Está embarazada.
―Lo cedería con gusto, pero no estoy sentado.
―Pero está embarazada.
―Está bien, lo que pasa es que yo también estoy parado.
―¿No le podría ceder el asiento? Está esperando un hijo.
―Bueno, en cuanto tenga un asiento para ceder se lo cederé. Pero por ahora no puedo, no estoy sentado.
―¿La va a dejar viajar parada con la panza?
―No hay nada que pueda hacer yo. Pídale a alguien que esté sentado.
―¿No vio el cartel? Los asientos son prioritarios para personas con movilidad reducida. Ella está embarazada. Cédale el suyo, usted parece una persona fuerte, capaz que soportar estar parado.
―¡Le digo que ya estoy parado!
―Está bien, entiendo, sólo que ella está embarazada y sería bueno que estuviera sentada. Pero si usted no quiere entrar en razones, no se puede.
―No es que no quiero entrar en razones. No tengo asiento, no puedo ceder algo que no tengo. ¿Por qué no le cede usted el suyo?
―Yo no tengo que cederle el asiento a nadie. Yo soy una anciana, me he ganado el derecho a viajar sentada.
―No. La respuesta correcta es que usted también está parada.
―No me distraiga con razonamientos. Acá lo único que está pasando es que usted no le cede el asiento a esta muchacha embarazada. ¿Es cierto o no es cierto?
―Es cierto, pero…
―Pero nada. Usted, señor (si se lo puede llamar señor), es un maleducado. ¿Dónde se ha visto no cederle el asiento a la chica embarazada? Así este país nunca va a avanzar.
―Mire, señora, no tengo ganas de discutir con usted. Yo le cedería mi asiento, pero el caso es que estoy parado. Ya se lo dije veinte veces, no sé si alguna vez lo va a entender. Pero tal vez entienda esto: ella ya consiguió asiento, se lo dio el de adelante.
―Bueno, viéndolo así es diferente. Pero, ¿por qué no me cede el asiento a mí? Yo soy una anciana, no me queda mucho en este mundo, por lo menos podría sentarme.
―OK señora, hagamos una cosa. Yo me tiro en cuatro patas y usted se sienta sobre mi espalda. ¿Le parece?
―No me falte el respeto, que podría ser su madre. Y no desvíe el tema. ¿Por qué no termina con todo este asunto y me deja sentar?
―Yo le dejo sentarse todo lo que quiera, señora, siéntese donde le parezca.
―No, no entiende. Yo necesito sentarme donde usted está sentado, porque es cerca de la puerta. Si no, voy a tener que forcejear cuando me baje, y soy una persona de edad, débil, no estoy en condiciones.
―Y yo no estoy en condiciones de cederle ningún asiento, porque no estoy sentado. No es muy difícil de entender.
―Tampoco es muy difícil pararse para que alguien que lo necesita se pueda sentar.
―Lo es cuando ya estoy parado, señora.
―Bueno, si usted no quiere entrar en razones voy a tener que recurrir al chofer.
―Con todo gusto, vaya y fíjese si la puede ayudar.
La señora va hacia el chofer. Discuten un rato. En un semáforo, el chofer se levanta de su asiento. La señora se sienta en su lugar y maneja el colectivo hasta su parada.